Señor Trump:
Respetuosamente
me permito sugerirle que si usted realmente desea combatir la producción de
marihuana, amapola y otras drogas ilícitas en México, no se equivoque ofertando
el envío de tropas o construyendo murallas fronterizas, empiece por reducir el
consumo, la producción y tráfico de drogas ilícitas en su país; a su vez, apoye
programas para el fomento del cultivo de café y otras especies tropicales
agro-forestales-pecuarias, las cuales además de favorecer el medio ambiente
y ocupar mucha fuerza de trabajo, sustituirán la producción de estupefacientes
que tanto daño causa a nuestra relación bilateral, a propósito, sus
fuerzas armadas podrían beber más café de México para un diálogo
fructífero por la paz del mundo.
Mr. Trump, if you really want to fight against the production of
marijuana, opium poppy and other illicit drugs in Mexico, do not get wrong
offering troops entering to our Country. Start by reducing the consumption of
these illicit drugs among US youth; and at the same time, support programs for
illicit crops substitution into coffee plantations and other agroforest and
livestock systems - with fair prices and sustainability - which in addition of
favoring the environment, will generate employment and replace what causes so
much damage to the bilateral relationship.
Your troops could be drinking
Mexican Coffee for Peace.
Fausto Cantu Peña
Economista del ITESM
Quien esto suscribe fue becario de la fundación Eisenhower ahora encabezada por el Ex Secretario de la defensa de USAmérica el General Colin Powell. Por su apreciable conducto se hará llegar este texto a Donald Trump, Presidente del vecino país, con el antecedente de haber provisto con anterioridad exitosos contratos de abastecimiento con su ejército.
Así mismo el firmante ha sido Director general del Instituto Mexicano de
Café; Presidente del Consejo
Panamericano del Café, New York; Presidente del Consejo Internacional del Café,
Londres, R.U. y Consultor de United Nations Coffee Company.
SATIRICOSAS- Manú Dornbierer.21.1.17
“EL EJÉRCITO Y SOBRE TODO,
DIOS…
nos protegerán” , dijo Donald Trump.
El
copetón habló mucho de Dios en su
deslucida toma de posesión del 20 de enero de 2017. Pero se le fueron los pies
al citar al Ejército gringo, of course, antes que a Dios, como protectores de los Estados Unidos. El magnate-presidente estuvo fatal
y arrancó lógicamente pocos aplausos. Su discurso _ que él mismo escribió - fue vacío, esquemático, equívoco,
pero con visos crípticos por momento; quizás no hubiera sido tan “religioso” no obstante
la costumbre poco laica del vecino país, si Trump no tuviera broncas con los evangelistas, como Moore y con el propio Papa que hizo a la prensa
la siguiente declaración durante su campaña a propósito de la obsesión trampista con el muro de México, :
“Una persona que solo piensa en la construcción de muros,
una y otra vez, y no en hacer puentes, no es un cristiano”, expresó Francisco,
previo a reconocer que “es un animal político”, haciendo referencia a una frase
de Aristóteles que significa en el pensamiento filosófico, que el
hombre no puede ser concebido fuera de su relación con el Estado en su
condición de ciudadano. Ad hoc.
Por eso, como si estuviéramos en otros tiempos,
ayer juró Donald Trump que “defenderá el Cristianismo”.
Y como por casualidad, aunque ha estado dando lata
con la raza blanca y sus maravillosas cualidades, ayer fueron jueces de raza negra
los que tomaron la protesta del vicepresidente Pence y luego del propio Trump.
No olvidemos los problemas
de meses y meses de las policías racistas
estadunidenses que disparan muy frescos a negros o latinos. No se hagan los
locos.
Se anunció que “El
ex alcalde de Nueva York Rudy Giulani, especialista
en seguridad será su gurú en temas de piratería informática tras el escándalo
provocado por el hackeo ruso en la campaña electoral estadunidense”
.
Este
tipo, Rudy Giuliani, aquel al que el inefable Marcelo Ebrard contrató por 4.3 millones
de dólares en la Ciudad de México, dijo hablando de Barak Obama, presidente de USA (2008-2017): “No creo_ y sé que esto es una cosa
horrible de decir_ pero no creo que este presidente ame a América. No
os ama a vosotros. Y no me ama a mí. No fue educado de la manera en que
vosotros y yo fuimos educados en el amor a este país”.
Los temas tocados en el discurso fueron raquíticos
y egoístas , todos referentes a los sectores que hicieron ganar al copetón . Jamás
mencionó por ejemplo “el cambio climático” que
sólo afecta a la humanidad , al planeta
Tierra. Según la ONU de los actuales 7.300 millones personas pasarán a 8.400
millones en 2030 . A la industria gringa le molesta que la estén moliendo con este tipo de “sandeces”. Los gringos
fabricantes de todo, son en muy alto grado culpables de la contaminación planetaria ergo del cambio
climático. Pero se quieren lavar
las manos.
PREGUNTAS A TRUMP TRAS LO QUE DIJO.
DT.-“Una a una, las
fábricas han cerrado, sin pensar en los millones de estadunidenses. La riqueza
de la clase media se ha salido de nuestros hogares. Pero ese es el pasado. Y
ahora estamos viendo hacia el futuro”.
- ¿Podría el señor Trump ofrecer una lista de sus propias empresas que se
salieron y decir en dónde fabrica o fabricaba sus productos para que le salieran más baratos?
DT.- “Vamos a sacar a
nuestra gente de los sistemas de beneficencia para que tengan empleos: que
construyan los caminos, todo con las manos estadunidenses”.
- ¿Y mientras?
Pero es
una buen idea
para el gobierno
de México. Pongan a los sin
empleo de aquí y
los que regresen a
hacer caminos. Y a alcaldes y jefe de gobierno
de la CDMX
a arreglar las
aceras que son
un horror y los
mexicanos tendremos que
caminar por el
precio la gasolina
que le compran
a los gringos …
DT.- “La Biblia nos
dice lo bueno que es cuando el pueblo de Dios vive conjuntamente la vida”
- ¿Los gringos son “el
pueblo d e Dios”? ¿qué no eran los judíos a los que escogió primero?
DT.- “A partir de
este día va a ser sólo primero Estados Unidos”.
- ¿Qué no siempre fue así y cada día peor?
EL YERNO .
El nepotismo de Donald Trump no se
ha hecho esperar. Por inexperto en política o por cínico, por lo pronto nombró a
su yerno, otro hijo de papá
magnate en bienes raíces, su Consejero en la Casa Blanca. Se llama Jared
Kushner.
Según muy
seria nota: “El nombramiento como
consejero ha despertado polémica entre la comunidad legal de Estados Unidos,
pues se cree que incumple una ley federal de hace 50 años. El equipo de
transición afirmó que no hay impedimentos legales para que Jared Kushner
trabaje en la Casa Blanca, porque la ley antinepotismo aprobada en 1967 no
se aplica al equipo del presidente. El magnate de los bienes raíces se
atiene a una interpretación de la ley en sí, respaldada por una decisión
judicial de 1933, así como a una cláusula separada de ley federal de 1978 que
permite al presidente nombrar al personal de la Casa Blanca "sin importar
cualquier otra cláusula de ley" relacionada con el empleo.Sin embargo,
varios profesores de derecho y ética entrevistados por The Associated Press no
se mostraron tan seguros.
Un "turbio escenario legal" fue la descripción que dio Norman
Eisen, que sirvió como abogado de ética de gobierno para el presidente Barack
Obama. Kathleen Clark, profesora de derecho en la Universidad de Washington en
St. Louis, indicó que su análisis sobre el estatuto contra el nepotismo que
firmó el presidente Lyndon Johnson es que sí se aplica a la Casa Blanca."El
Congreso no introdujo en su ley una excepción para la Casa Blanca. Es bastante
amplia en su alcance. Afecta a la rama ejecutiva, la rama legislativa, la rama
judicial, el gobierno en D.C.", dijo Clark. Gerard Magliocca, profesor de
la Facultad de Derecho McKinney de la Universidad de Indiana, dijo dudar que la
ley pueda aplicarse a miembros del equipo presidencial sin plantear problemas
constitucionales. "Resulta difícil ver por qué el Congreso tiene la
autoridad de limitar a los miembros del equipo presidencial", comentó.
LAS CIUDADES “SANTUARIO”.
Se duda de que Trump pueda
gobernar con tan escasos conocimientos y
cánones como los que mencionó en su discurso “que él mismo escribió”. Votaron
por él los más ignorantes rancheros.
Pero no los citadinos. Las protestas en Washington
que tuvieron que combatirse con gases lacrimógenos y demás, son señal de su baja
popularidad . Es el presidente de las últimas décadas con menor puntuación: apenas 40% de aceptación.
Se sabe que Clinton tuvo más de 3 millones de votos populares que él, pero el sistemita
“democrático” de USA impone al que los poderosos quieren. Remember el horrible George W. Bush ganando en similar situación a Al Gore.
Por lo pronto hay ciudades enteras opuestas al gobierno
que ayer se estrenó en Washington. Son las ciudades “Santuario” como San Diego, Los Angeles,
San Francisco, Miami, Chicago, Seattle, Houston, Phoenix,
Austin, Dallas, Washington D.C., Detroit, Salt Lake City, Minneapolis,
Baltimore, Portland (ambas Maine y Oregon), Denver, New York City, y todo el estado de New Jersey.
“Son más amigables con los
inmigrantes. Los gobiernos locales no expresan abiertamente su bienvenida a los inmigrantes ilegales, sin embargo se dice que su trato hacia
ellos es menos discriminatorio que en otras ciudades.
En las ciudades santuario, la gente tiende a
dar más apoyo a los inmigrantes ilegales alrededor de la comunidad. Algunos
ejemplos pueden incluir activistas inmigrantes y grupos de la iglesia.” Por eso se llaman “Santuario” y podría
agregarse: “de los valores humanos”.
POSTDATA : EL “REGALO DE BODAS”.
En calidad de “regalo
de bodas” de esos que muchos llevan de último momento al banquete , el gobierno de México envió al Chapo Guzmán de sopetón a Nueva York y nadie está defendiendo al super narco , pero según
sus abogados, lo hicieron sin cumplir con la ley mexicana. Se vieron Peña y Videgaray tristemente agachones. Si no nos
saben defender, por lo menos no nos avergüencen más. Ya fue
bastante la burla de “la
gallina”.
Los compinches de Trump / Naomi Klein *
El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, sostuvo ayer un encuentro
con su homólogo de EU, Donald Trump, en la Casa Blanca. Foto Afp
Alejémonos para tener una visión
más amplia de lo que ahorita ocurre en Washington. Las personas que ya poseen
una porción absolutamente obscena de la riqueza del planeta, cuya parte crece
año tras año –según el último conteo, ocho hombres son dueños de la
mitad del mundo–, están empeñados en obtener más. Las figuras
centrales en el gabinete de Donald Trump no sólo son ultrarricos, también
obtuvieron su dinero causando daño a los más vulnerables del planeta y al
planeta mismo, a sabiendas de que lo hacían. Parece que ese es un requisito
para trabajar ahí.
Está el banquero-chatarra Steve Mnuchin, el elegido de Trump para ser
secretario del Tesoro, cuya máquina de ejecuciones hipotecarias sin ley echó de sus hogares a decenas
de miles de personas.
Y pasando de hipotecas
chatarra a alimentos chatarra llegamos a quien Trump eligió para ser secretario
del Trabajo, Andrew Puzder. Como ejecutivo en jefe de su imperio de comida chatarra, no le
era suficiente pagar a los trabajadores un salario abusivo, con el cual no
podían vivir. Varias demandas también acusan a su compañía de robarles salarios
a sus trabajadores, al dejar de pagarles por su trabajo y horas extra.
(N de la T: Después de la
publicación original de este artículo, Puzder se retiró porque no reunía los
votos suficientes en el Senado para ser ratificado como secretario del
Trabajo.)
Y pasando de la comida
chatarra a la ciencia chatarra, ahí está la elección de Trump para secretario
de Estado, Rex Tillerson. Como ejecutivo en jefe de Exxon, su compañía financió
y expandió la ciencia chatarra y cabildeó ferozmente, tras bambalinas, contra
acciones internacionales para combatir el cambio climático. En parte debido a estos esfuerzos
el mundo perdió décadas, durante las cuales deberíamos de haber estado dejando
nuestro hábito de consumo de combustibles fósiles; en vez, aceleramos
enormemente la crisis climática. Debido a estas decisiones, innumerables
personas en este planeta ya están perdiendo sus hogares, por las tormentas y
los crecientes niveles del mar; ya hay quienes mueren a causa de las olas de
calor y las sequías, y millones verán desaparecer sus tierras debajo de las
olas. Como siempre, los más pobres, mayoritariamente negros y morenos, son los
primeros y más afectados.
Hogares robados. Sueldos robados.
Culturas y países robados. Todo inmoral. Todo con altas ganancias.
Pero la reacción popular era cada
vez mayor. Y por eso esta pandilla de ejecutivos en jefe –y los sectores de los
cuales provienen– estaban justificadamente preocupados de que la fiesta llegaba
a su fin. Estaban asustados. Banqueros como Mnuchin recuerdan el colapso
financiero de 2008 y las discusiones acerca de la nacionalización de la banca. Presenciaron el levantamiento del movimiento Ocupa y luego la
resonancia del mensaje anti-banquero de Bernie Sanders durante su campaña.
Jefes del sector servicios, como
Andrew Puzder, están espantados con el creciente poder de la Lucha por 15
dólares (N de la T: movimiento por el pago de 15 dólares la hora), la cual ha
ido obteniendo victorias en ciudades y estados en todo el país. Y si Bernie hubiera
ganado en la sorprendentemente cerrada primaria, la campaña podría haber tenido
un defensor en la Casa Blanca. Imagine qué tan aterrador es eso para un sector
que depende de la explotación laboral para
mantener los precios bajos y las ganancias altas.
Y nadie tiene más motivos para
temer el ascenso de los movimientos sociales que Tillerson. Debido al creciente
poder del movimiento global contra el cambio climático, Exxon está bajo fuego
en todos los frentes. Los oleoductos que transportan
su petróleo son bloqueados no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.
Las campañas de desinversión se esparcen como fuego, provocando incertidumbre
en los mercados. Y en este último año la Comisión de Bolsa y Valores y varios
fiscales generales estatales investigaron engaños cometidos por Exxon. Que no quede
duda: las acciones contra el cambio climático representan una amenaza
existencial para Exxon. Las metas de temperatura en el acuerdo climático de
París son incompatibles con quemar el carbono que compañías como Exxon tienen
en sus reservas, y que es fuente de su valor en el mercado. Por eso los
accionistas de Exxon plantean preguntas cada vez más duras acerca de si están a
punto de quedarse con un montón de acciones inútiles.
Este es el telón de fondo
del ascenso de Trump al poder: nuestros movimientos comenzaban a ganar. No
estoy diciendo que eran suficientemente fuertes. No lo eran. No estoy diciendo
que estaban suficientemente unidos. No lo estaban. Pero definitivamente algo
estaba cambiando. Y en vez de arriesgarse a la posibilidad de un mayor progreso,
esta pandilla de portavoces de los combustibles fósiles, comerciantes de comida
chatarra y prestamistas depredadores se unieron para asumir el control del
gobierno y proteger su mal habida riqueza.
Seamos claros: esta no es una
transición pacífica del poder. Es una toma empresarial del
poder. Los intereses que desde hace mucho le han pagado a ambos partidos para
que acaten sus órdenes, se cansaron de jugar el juego. Al parecer, todas esas
cenas con políticos, todo ese adular y esos chantajes legales insultaban su
sensación de ser poseedores de un derecho divino.
Así que ahora quitaron al
intermediario e hicieron lo que todo mandamás hace cuando quiere que algo se
realice bien: lo lleva a cabo él mismo. Exxon para la Secretaría de Estado. Hardee’s
para la Secretaría del Trabajo. General Dynamics para la Secretaría de la
Defensa. Y los tipos de Goldman básicamente para el resto. Tras décadas de
privatizar a cachos el Estado decidieron ir por el gobierno. La última frontera
final del neoliberalismo. Por eso Trump y sus nominados se ríen de las débiles
objeciones a los conflictos de interés: todo es un conflicto de interés, ese es
el punto.
¿Qué hacemos al respecto? Primero,
siempre recordemos sus debilidades, hasta cuando ponen en práctica su crudo
poder. La razón por la cual cayó su máscara, y ahora presenciamos un mandato
empresarial sin disfraces, no es porque las empresas se sintieron
todopoderosas; es porque les entró pánico.
Es más, la mayoría de los
estadunidenses no votó por Trump. Cuarenta
por ciento se quedó en sus hogares, y entre quienes votaron una clara
mayoría lo hizo por Hillary Clinton. Él ganó dentro de un sistema muy amañado.
Aún dentro de este sistema, él no ganó. Clinton y el establishment del Partido Demócrata
perdieron. Trump no ganó
con abrumador entusiasmo y grandes cifras. Ganó porque Hillary tenía
números reducidos y falta de entusiasmo. El establishment del
Partido Demócrata no creyó que fuera importante hacer campaña ofreciendo
mejoras tangibles para las vidas de las personas. Prácticamente no tenían nada
que ofrecer a la gente cuya vida ha sido diezmada por los ataques neoliberales.
Pensaron que podían hacer campaña sólo con el miedo a
Trump, y no funcionó.
Estas son las buenas noticias: Todo
esto hace que Trump sea increíblemente vulnerable. Este es el tipo que llegó al
poder diciendo la más atrevida y descarada mentira, vendiéndose como defensor
del hombre trabajador, que finalmente iba a enfrentarse al poder e influencia
empresariales en Washington. Una parte de su base ya tiene el remordimiento del
comprador, y cada vez van a ser más.
¿Algo más a nuestro favor? Esta administración va contra todos a la vez. Hay reportes
de un presupuesto de choque y temor: será recortado en 10 billones de dólares a
lo largo de 10 años, reducirán todo, desde programas
contra la violencia de género, para las artes, apoyos a la energía renovable, a
la colaboración comunitaria en la seguridad. Queda
claro que esta estrategia de guerra relámpago nos abrumará. Pero podrían terminar sorprendidos:
podría unirnos bajo una causa común. Y si la escala de las marchas de las
mujeres es un indicador, fue un buen comienzo.
Construir coaliciones robustas en
tiempos de una política aislada es un trabajo duro. Hay dolorosas historias que deben
ser enfrentadas antes de poder progresar. Además, buscar fondos y el activismo
de celebridades suelen confrontar a la gente y los movimientos en vez de
promover la colaboración. Sin embargo, las dificultades no pueden ceder el paso
a la desesperanza. Cito un dicho popular de la izquierda francesa: Los tiempos exigen optimismo;
guardemos el pesimismo para mejores tiempos. (“ L’heure est à l’optimisme,
laissons le pessimisme pour des temps meilleurs.”)
Personalmente, no puedo armarme de
optimismo. Pero en este momento, cuando todo está en riesgo, podemos y debemos
localizar nuestra más firme determinación.
*Es autora de Esto lo cambia todo. @NaomiaKlein
Este artículo se publicó
en The Nation.
Traducción: Tania Molina Ramírez
TRUMP Y BANNON INICIAN ACCIÓN PARA SOCAVAR AL PAPA
FRANCISCO, POR MÉXICO - EL TRANSFONDO Y LAS PROBABLES CONSECUENCIAS
Trump ya inició contactos de alto nivel con los enemigos de Francisco para
minarlo en el Vaticano
Por: Leopoldo Mendívil López
* Su estratega Stephen K. Bannon inicia campaña para minar al Papa Francisco
*La aversión entre Trump y el Papa se inició por México, tras la defensa del Papa a los mexicanos por el “muro”
* Trump y Bannon están ya en contacto con el mayor enemigo del Papa dentro de la Iglesia Católica: el cardenal estadounidense ultraconservador Raymond Leo Burke
* El proyecto podría culminar en una “rebelión” de la Iglesia Católica Estadounidense contra el Vaticano; la separación de la misma, o el derrocamiento del Papa Francisco y la “coronación” de Burke
* La corriente anti-Francisco que comanda Raymund Burke aglutina a varios cardenales del mundo, y cuenta con “afiliados” en México
* Entre los muchos puntos de discordia -además del muro- están el cambio climático, el capitalismo de “ultra-derecha”; la hostilidad hacia refugiados, y las reformas liberales del Papa Francisco
Hoy hace explosión un grave conflicto interno de la Iglesia Católica que ha sido ventilado y expuesto en el recién publicado libro “Secreto Vaticano”, cuando hoy el presidente Trump inicia un plan para “socavar” la autoridad del Papa Francisco en el Vaticano, por medio de crear una alianza con los enemigos del Pontífice dentro de la propia Iglesia.
La discordia entre el sector más de ultraderecha de la Iglesia Católica de los Estados Unidos y el Papa Francisco es patente en este momento. Trump ahora sólo el detonador. Los adversarios del Pontífice ya habían urdido una campaña global para difamarlo -e incluso para provocar su caída- y la está protagonizado el cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, de St. Louis, Missouri.
La noticia de los últimos momentos es que el estratega máximo de Donald Trump, Stephen K. Bannon, autor intelectual de sus más radicales propuestas –como son la prohibición de la entrada de inmigrantes musulmanes de siete países y la edificación del muro en la frontera con México-, decidió dar un paso más en las políticas del nuevo mandatario norteamericano: avanzar contra el Papa Francisco.
El motivo inmediato al parecer fueron los comentarios del Papa Francisco el pasado 8 de febrero, cuando dijo que “un cristiano nunca dice: ‘yo voy a hacer que tú pagues por esto’ ¡Nunca! Eso no es un gesto cristiano”. Se refería al muro de Trump, y de la forma en que ha expresado que va a “forzar” a México para pagar su costo.
No es la primera vez que el Papa Francisco levanta la voz para defender a México contra la amenaza de Trump de construir un muro y de forzar al pueblo de México a pagar el costo de su edificación. El día 16 de febrero de 2016 lo dijo por primera vez en el avión papal: “Una persona que sólo piensa en hacer bardas, donde quiera que estos muros se hagan, no es un cristiano”.
Desde aquella ocasión, el comentario del Papa levantó una reacción molesta por parte del entonces candidato Donald Trump, quien le dijo: “Para ser un líder religioso, el cuestionar la fe de una persona es una desgracia. Ningún líder, especialmente un líder religioso, tiene el derecho a cuestionar la fe religiosa de otra persona” y añadió: “El gobierno de México está utilizando al Papa como peón. Y cuando el Vaticano sea atacado por el ISIS el Papa sólo va a poder haber deseado y rezado que Donald Trump hubiera sido presidente, porque esto no habría pasado.”
Trump no sólo no intentó ninguna clase de “disminución de conflicto” o “reconciliación” hacia el líder de los católicos del mundo -1,200 millones de seres humanos-, sino que abiertamente manifestó no tener ningún interés en tener una buena relación con el mismo.
La razón es múltiple: Trump y el Papa Francisco representan los extremos opuestos en el espectro ideológico de nuestra era. Trump es el símbolo a ultranza del capitalismo y de la “sobrevivencia del más apto” donde “el fuerte debe aplastar al débil”; mientras que el Papa Francisco representa la visión jesuita del cristianismo, donde los ricos tienen la obligación una obligación social para con los pobres –la “doctrina social de la Iglesia” plasmada por el Papa León XIII en la Encíclica Rerum Novarum –“de las cosas nuevas”-, también llamada “Derechos y Deberes de los Capitalistas y de los Trabajadores”.
Desde el inicio de su Pontificado el Papa Francisco informó a los cuatro vientos que esta iba a ser de nuevo la visión de la Iglesia, y los ataques contra él por parte de los “ultracapitalistas” norteamericanos no se hicieron esperar. En 2013 (febrero 11) comenzaron a llamarlo de plano “socialista” e incluso “comunista”. Los sectores del dinero en Wall-Street comenzaron a preocuparse sobre lo que podría causar ese nuevo y carismático Papa en la grey católica del mundo, especialmente en los países de América Latina, usualmente bajo la dominación económica de las corporaciones de los Estados Unidos.
Pronto el Papa inició otras acciones “perturbadoras” contra los intereses de los Estados Unidos en el Vaticano, como fue su llamado a firmas actuariales (también de los propios Estados Unidos) para comenzar una auditoría “exhaustiva” de las cuentas antes “inexpugnables” del Banco Vaticano, entre las cuales había cientos de ellas que eran utilizadas por entidades “sombrías” que se servían de la “tubería vaticana” para operaciones de lavado de dinero y financiación del terrorismo.
El Papa Francisco en realidad estaba reiniciando una investigación que le había costado el papado a su antecesor, Benedicto XVI, al cual incluso lo amenazaron de muerte debido a esta investigación sobre el Banco Vaticano. El recién publicado libro “Secreto Vaticano” documenta toda esta operación en la que el presidente de dicho banco –Ettore Gotti Tedeschi fue amenazado de muerte y obligado a renunciar meses antes que el propio Papa Benedicto, como resultado de la misma investigación.
En “Secreto Vaticano” se detallan los mecanismos con los que el Banco Vaticano había sido creado décadas atrás con apoyo de los Estados Unidos, diseñado con estatutos que lo hicieron “autónomo” y “separado de la autoridad pontificia”; es decir: creado para no tener que responder a la autoridad del Papa, sino a un Consejo de gobierno.
A lo largo de las décadas, diversos Papas intentaron romper ese status del Banco, y de investigar las actividades de “cuentahabientes secretos” del Banco –cuyas identidades ni siquiera el Papa mismo podía conocer debido al “secreto bancario” protegido por los estatutos propios del Bando. Estos “cuentahabientes secretos” estaban utilizando al Banco para financiar operaciones de terrorismo y crimen organizado por medio de sus cuentas.
Los pontífices que intentaron desbaratar esta red, o investigarla, fueron “castigados”. Uno de ellos fue el Papa Juan Pablo I, quien fue asesinado en el día 33 de su pontificado, como consecuencia de rastrear las conexiones del obispo Paul Marcinkus –presidente del Banco Vaticano en ese momento- con capos de la Mafia de Chicago, y con la Logia Masónica P-2 y con el gobierno mismo de los Estados Unidos. El Banco Vaticano era parte de una operación clasificada del gobierno de los Estados Unidos para desestabilizar a Europa por medio del terrorismo: la Operación Gladio.
Investigar esta red
El libro “Secreto Vaticano” documenta cómo estaba integrada esta red. El Banco Vaticano era parte de esta operación y su función para la de proveer un sistema “blindado” para transferir dinero de un punto a otro del mundo de una forma “inauditable”, pues ninguna policía o gobierno del planeta tenía autoridad para solicitar la revisión de esas cuentas –ni siquiera el propio Papa en Roma- debido a las exclusiones y al “secreto bancario”.
Cuando en el año 2010 (diciembre 30) el Papa Benedicto reinició estas investigaciones –a raíz de un incidente de presunto lavado de dinero y financiación del terrorismo en una transferencia con el banco J.P.Morgan en Frankfurt- se encontró con resistencias colosales por parte de los jerarcas del Banco Vaticano para revelar información. El Papa –y su aliado, el presidente mismo del Banco, Ettore Gotti Tedeschi- comenzaron lo que provocó la caída de ambos: reformar los estatutos del instituto. Al Papa le indicaron lo que hoy se conoce como “murdkomplott” –complot para asesinarlo- y al presidente del Banco le crearon una campaña difamatoria –además de amenazas de muerte.
La renuncia de Benedicto XVI podría haber “tranquilizado las aguas” para los que se sintieron en peligro tras el intento del Pontífice para afectar esta “tubería blindada” que anteriormente había servido al gobierno estadounidense para la financiación secreta de operaciones encubiertas –incluyendo eventos terroristas cuya finalidad era culpar a organizaciones fantasma de países enemigos, y justificar intervenciones militares y políticas en países (ver la Operación Gladio en el libro “Secreto Vaticano”).
Ahora el Papa Francisco se encuentra bajo “fuego” de una forma que ni siquiera el propio Benedicto hubiera imaginado. Cuando Benedicto renunció en 2013, los “poderes reinantes” que provocaron su caída esperaban la llegada de otro Pontífice favorable a ellos, no Francisco. “Secreto Vaticano” detalla la forma en la que esta oligarquía “secreta” había preparado la entronización de ese otro candidato, y cómo durante el cónclave mismo, antes de finalizar el proceso de la elección, hicieron publicar en importantes medios informativos de la propia Iglesia la noticia de que ese otro candidato había “ganado”.
Complot en la Elección
Sin embargo, en el interior de la Capilla Sixtina, el conjunto de los cardenales votaron por otro hombre, que representaba la tendencia opuesta: el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, mucho más afín a la liberalización de la Iglesia y a las causas de los pobres en el mundo. Nada podía ser peor para los hombres de la ultraderecha de la Iglesia Católica, ligados con el gobierno de los Estados Unidos y particularmente con el muy pro-capitalista partido Republicano.
Desde el inicio de su “reinado”, el Papa Francisco gobernó rodeado de enemigos, pero no se intimidó y continuó, con un brío incontenible, su proyecto de reformas. Cuando se le preguntó si no temía que lo mataran, afirmó secamente: “No tengo miedo de que me maten”.
El “Cambio Climático”
En seguida el Papa Francisco comenzó a “arremeter” o “golpear” contra otro sector extremadamente poderoso de la derecha estadounidense, hoy aliado en forma absoluta con Donald Trump: los petroleros. Se llamó “iniciativa contra el Cambio Climático” o “Encíclica Laudato Si”. El Papa simplemente se sumó a los científicos del planeta que estaban advirtiendo: de continuar con la quema de combustibles fósiles como el petróleo, la saturación del dióxido de carbono en la atmósfera va a continuar incrementando en forma dramática e irreparable un efecto de “domo” o “invernadero” que al final va a provocar un cambio en el clima del planeta, que va a afectar la vida de millones.
“Secreto Vaticano” explica cómo a mediados de 2015, cuando el Papa estaba a días de oficializar esta Encíclica –misma que para ese instante ya tenía el apoyo público del Presidente Barack Obama y del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon-, eventos “anormales” comenzaron a suceder en la vida del Papa Francisco: su sobrino Walter Sivori –también sacerdote- recibió una llamada telefónica en la que le dijeron “te vamos a cortar la cabeza y también a tu tío”. Horas después, el otro sobrino, José Ignacio, fue detenido con su novia en el automóvil por individuos que llegaron con el objetivo de secuestrarlos.
Las poderosas empresas petroleras americanas, que logran ingresos anuales por 555 mil millones de dólares (sólo ExxonMobil y Chevron), contrataron a grandes institutos de “cerebros”, como el Heartland Institute, para que desarrollaran argumentos “científicos” contra la teoría del Cambio Climático –es decir: documentos que afirmaran que la teoría del petróleo como contaminador de la atmósfera es “falsa”.
Para este momento, el Papa Francisco ya tenía en su contra a feroces hombres dueños de enormes corporaciones estadounidenses, principalmente afiliados al adinerado Partido Republicano, que en poco tiempo tendría a Donald Trump como candidato. Vieron al Papa Francisco como un enemigo del capitalismo y de la industria del petróleo, y como un potencial peligro porque podría “insubordinar” a las naciones católicas pobres o de tamaño medio contra los “hombres del dinero”.
Se aliaron para derrocar al Papa Francisco
Se inició un proceso del que los mexicanos sabemos poco. Los sectores de la ultraderecha en los Estados Unidos comenzaron a “alimentar” a los católicos de la rama “conservadora”, entre los que figuraba el cardenal Raymond Leo Burke –el actual máximo enemigo del Papa Francisco-. Los “portales” de noticias católicos de esa línea –por ejemplo FatimaCruzader- empezaron a propagar una campaña de difamación contra el Papa Francisco –se analiza a detalle en “Secreto Vaticano”.
Esos portales no difundieron su repudio por las acciones del Papa contra los daños ambientales de las industrias petroleras, ni sus órdenes para limpiar al Banco Vaticano; sino una insólita línea de comunicación, que tendría un mucho mayor impacto entre los creyentes: dijeron que las encíclicas e iniciativas del Papa –como por ejemplo la que permite comulgar a los divorciados que se han vuelto a casar- eran acciones de un “hereje”, que convertían al Papa Francisco en el “anti-papa” profetizado por la Virgen en Fátima, en el año 1917, y que la existencia del Papa Francisco significaba, por tanto, nada menos que el aviso de que ya está comenzando el “Apocalipsis” o “Fin de los Tiempos”.
Por increíble que resulte, la cantidad de los católicos de todo el mundo que ya han sido “tocados” por estos alegatos es abrumadora. Ahora todos estos millones de fieles -que han recibido mensajes “católicos” de advertencia contra Francisco- no saben si deben ser fieles o no a su Papa, pues líderes de su propia Iglesia, adversarios del Papa Francisco -y por lo general relacionados con hombres adinerados del Partido Republicano de los Estados Unidos-, les han transmitido por medio de sacerdotes o en sus correos electrónicos- ese tipo de mensaje “apocalíptico”, donde el Papa Francisco es una especie de “enemigo”.
“Secreto Vaticano” investiga en forma específica la forma en la que las profecías de Fátima y de Ascoli han sido utilizadas por la élite de la ultraderecha de los Estados Unidos; e incluso por el propio gobierno norteamericano.
En noviembre 28, 2013, comenzaron los “bombazos” para tirar al Papa. Un grupo que se describe en “Secreto Vaticano”, elaboró “bases” para provocar un “derrocamiento legal” del Papa Francisco.
Al decir “legal” nos referimos a las leyes del Vaticano, que son el llamado “Canon”. Hombres de alas extremistas de la Iglesia exploraron las encíclicas de Francisco y las utilizaron en su contra. Una de ellas fue Evangelii Gaudium, donde un párrafo de Francisco –donde el Papa afirma que los judíos continúan teniendo el pacto con Dios establecido con Moisés- fue suficiente para decir que el Papa Francisco estaba en violación de la “definición dogmática del Papa Eugenio III” y del “Concilio Ecuménico de Florencia” –ver Secreto Vaticano-; y que por lo tanto el Papa Francisco no estaba en herejía y era legítimo, y que por tanto debía y podía ser derrocado; y que según el texto Quo Primum del papa Benedicto XIV (1757), con una herejía basta para declarar nulo a un Papa.
A continuación otros opositores del Papa empezaron a esgrimir el Código 81 del texto Universi Domini Gregis, argumentando que Francisco fue elegido debido a una “operación” o “intriga” prohibida desde los tiempos de Juan Pablo II, donde los amigos de Francisco cabildearon entre los cardenales para que votaran por él.
Este es el momento en el que el cardenal Raymond Leo Burke comienza a emerger como máximo enemigo.
En 2013, se difundía en los medios que Burke solía caminar arropado con lujos, y que algunos lo llamaban “el fariseo moderno”, y que le Papa le había dicho que fuera más “humilde” o “moderado” en su vestimenta, para no dar un mal ejemplo a los católicos; y se difundió que al salir de ese encuentro, Burke dijo a periodistas que el Papa no tenía ninguna autoridad para decirle cómo vestir.
Burke es el mismo cardenal que dijo ante los medios que un homosexual es un criminal equivalente a un homicida; y también dijo en diversas ocasiones que un católico no podía votar por un “partido de la muerte” como el Partido Demócrata –el partido de Hillary Clinton.
En 2014 el poderoso Raymond Leo Burke –que en ese momento era el equivalente a “Suprema Corte de Justicia” (Prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica) dentro del gobierno del Vaticano-, fue llamado por el Papa Francisco para decirle un mensaje que no le agradó nada a Burke: “Estás despedido.”
Lo despidió. Lo envió a un cargo que Burke consideró “de segunda” –patrón de la orden de los Caballeros de Malta-. La enemistad se volvió real.
Amenazaron con detonar un “Cisma” semejante al de 1531
A finales de 2015 –como se detalla en “Secreto Vaticano”-, poco antes de iniciarse el “Sinodo de la Familia”, un grupo de cardenales de varias partes del mundo, liderados por Raymund Burke, comenzaron a aglutinarse para crear algo como un “golpe de estado” dentro de la Iglesia, señalando que el Papa Francisco, con sus reformas, estaba “traicionando” las enseñanzas de Cristo.
En muchos de los portales católicos de la rama ultra conservadora se difundieron artículos que “asustaron” a los creyentes con la idea de que era necesario o posible un cisma de la Iglesia, donde los “verdaderos católicos” iban o deberían “romper lanzas” contra el Papa Francisco. Así comenzó una pesadilla que aún no termina. En octubre de ese año, según lo reportan Sandro Magister en ChiesaExpresso, Gerard O’Connell en American Magazine y Bernardo Barranco en la Revista Ibero –de la Universidad Iberoamericana- trece cardenales firmaron una carta en la que básicamente se configuró esta “proclama” contra el Papa.
Uno de los firmantes fue un mexicano
Sí. Uno de los trece cardenales que firmaron esta “proclama” contra el Papa Francisco –según los reportes-, fue nuestro cardenal mexicano Norberto Rivera. La razón de su “distanciamiento” con Francisco es básicamente su vinculación con los Legionarios de Cristo, a quienes el propio Benedicto XVI afectó cuando le quitó la “protección” al fundador de la orden, Marcial Maciel Degollado, acusado por graves casos de pederastia.
El cardenal Norberto Rivera asegura que no firmó la carta, y es posible que no la haya firmado, y que otros lo hayan involucrado. En cualquier caso, el asunto de la pederastia de Maciel ya pertenece al pasado y la “enemistad” entre la “grey” de los Legionarios para con los papas Benedicto y Francisco ya no tiene razón de ser, pues los Legionarios son más de 30 mil personas que por lo general hacen obras de beneficencia –haciendo a un lado los crímenes incuestionables que cometió su fundador, en cual ya está muerto y vilipendiado-. La “enemistad” o “distanciamiento” de los Legionarios –y de su allegado, el Cardenal Rivera- para con el actual Papa ya es innecesaria y de hecho pone en grave riesgo a México.
Hoy Donald Trump ha abierto un frente para dividir a la Iglesia Católica y para dañar al actual Papa; y al mismo tiempo está contra México
Pero esta situación es realmente grave por tres motivos:
1: México es más de 90% católico, y Trump pretende minar a la Iglesia Católica, y “romperla”
2: El Papa, que está en esta posición por defender a México, es “atacado” por altos jerarcas y católicos mexicanos –a pesar de que el pueblo quiere al Papa Francisco
3: Esta división, tanto de los mexicanos como de los católicos, es justo lo que Trump y sus estrategas necesitan para “destrozar” tanto a la Iglesia, como a México, cuando México debería aliarse de inmediato, como Estado, con el Vaticano, y crear un frente común de naciones.
¿Quién es Steve Bannon, el artífice de esta campaña para minar al Papa Francisco?
Según el reporte de Jason Horowitz en el New York Times (febrero 7, 2017), el actual estratega máximo y “mente siniestra” detrás de las medidas racistas y agresivas de Donald Trump, se encontró con Raymond Leo Burke en Roma en el 2014, cuando ambos asistían a la canonización de Juan Pablo II.
Bannon mismo es un católico de ultra derecha, proclive al racismo y al antisemitismo. Dirigió la revista de corte radical Breitbart, cuyo “corresponsal” en Roma era o ha sido un exsacerdote de los Legionarios de Cristo –Thomas Williams, acusado de haber roto sus votos de celibato y de procrear un hijo-. Williams mismo dijo que cuando conoció a Bannon en 2003 le pareció “un tipo loco.”
Como vemos, en 2014, este radical de ultraderecha –Bannon-, que sacó a sus hijos de la escuela “porque había muchos judíos”, conoció al enemigo de Francisco Raymond Burke, e hicieron química.
Ahora, cuando el nuevo presidente americano, Donald Trump, ha iniciado una guerra en el mundo –en particular contra México y ahora contra el Papa- la noticia es esta:
“Steve Bannon se alínea con extremistas del Vaticano para oponerse al Papa Francisco”
NPR News
“Steve Bannon en contacto con el máximo adversario del Papa Francisco”
Newsweek
“Steve Bannon está tratando de minar al Papa Francisco”
Esquire
¿Un Cisma?
Burke es el contacto de Trump y de Stephen Bannon para levantar la Iglesia Católica de los Estados Unidos contra el Papa Francisco (y en el mundo).
El Papa León XIII –el mismo que publicó la primera encíclica social de la Iglesia, Rerum Novarum-, advirtió sobre el “americanismo”: alguien en el gobierno de los Estados Unidos iba a buscar un cisma entre la Iglesia Católica estadounidense y el Vaticano –algo semejante al nacimiento del protestantismo hace 500 años por parte de Enrique VIII, cuando el Papa de entonces, Clemente VII, se negó a aprobarle su divorcio de Catalina de Aragón.
Ahora, un nuevo Enrique VIII, Donald Trump, quiere probablemente “ayudar” a los enemigos del Papa Francisco para un cisma de la Iglesia y crear la “Nueva Iglesia Católica Americana”, o simplemente el “derrocamiento” del Francisco y colocar a un hombre leal a “América” y al propio “Trump” –como también lo hizo en el pasado el rey de Francia Felipe IV, quien ordenó el asesinato del papa Bonifacio VIII después de golpearlo por horas, y asesinar a los caballeros defensores del Papa –los templarios, ver Secreto 1929, y colocar a un papa títere controlado por el propio rey de Francia.
Pero existe división en el clero católico estadounidense. No todos apoyan a este cardenal Burke, a quien unos llaman “drag queen” (por su forma de vestir) y otros “el Papa Americano”.
Si México tomara la iniciativa, un buen plan de acción para confrontar a Trump incluiría establecer “las paces” entre el clero mexicano y el Papa Francisco, que es pro-mexicano, y buscar alianzas con la parte de la Iglesia Católica estadounidense que rechaza a Trump, que es principalmente la parte compuesta por hispanos (de los cuales el 67% votó contra Trump; mientras los llamados “White Catholics” o “católicos blancos” votaron 60% a favor de Trump); así como entablar, tal vez por primera vez, con otras iglesias protestantes de los Estados Unidos que también rechazan las actitudes raciales de Trump, un “frente común” (es de notar que en la población judía de los Estados Unidos -a pesar de las notables afinidades entre el mandatario israelí Benjamín Netanyahu- el 71% votó contra Trump –sólo el 24% votaron por Trump-, y que en el propio Israel, sólo el 20% de la población votó por el propio Netanyahu; el restante 80% votó por los rivales del hoy jefe de estado).
Ciertamente el presidente Trump está en el poder en gran medida por la acción del nodo de los jerarcas católicos ultraconservadores, en conjunto con el estratega Stephen Bannon. Mientras se publicaban los “emails hackeados” de Hillary Clinton, donde aparecieron varios de su asesor John Podesta ligado con fiestas “satánicas”, Trump comenzó a “gritar” hacia los católicos diciéndoles “yo estoy contra el aborto”. Con eso se los ganó. En los Estados Unidos los católicos son el 20% de la población total, y es por lo tanto, de entre todas las diferentes denominaciones existentes -incluyendo todas las protestantes-, la más numerosa.
Ahora ese pedazo de la población americana podría aspirar a convertirse en la Iglesia Católica Americana, con Raymond Leo Burke como Papa, y con Donald Trump como su rey protector, el nuevo Enrique Octavo.
MÁS INFORMACIÓN EN : www.LeopoldoX.com
Se discutirá este plan de Trump contra el Papa y contra México el próximo 5 de marzo en el Salón de Actos del Palacio de Minería (19:00 hrs), con la participación del General Tomás Ángeles Dauahare, el líder hinduista en México Jai Hari Singh Valuet y Leopoldo Mendívil López, entre otros.
Por: Leopoldo Mendívil López
* Su estratega Stephen K. Bannon inicia campaña para minar al Papa Francisco
*La aversión entre Trump y el Papa se inició por México, tras la defensa del Papa a los mexicanos por el “muro”
* Trump y Bannon están ya en contacto con el mayor enemigo del Papa dentro de la Iglesia Católica: el cardenal estadounidense ultraconservador Raymond Leo Burke
* El proyecto podría culminar en una “rebelión” de la Iglesia Católica Estadounidense contra el Vaticano; la separación de la misma, o el derrocamiento del Papa Francisco y la “coronación” de Burke
* La corriente anti-Francisco que comanda Raymund Burke aglutina a varios cardenales del mundo, y cuenta con “afiliados” en México
* Entre los muchos puntos de discordia -además del muro- están el cambio climático, el capitalismo de “ultra-derecha”; la hostilidad hacia refugiados, y las reformas liberales del Papa Francisco
Hoy hace explosión un grave conflicto interno de la Iglesia Católica que ha sido ventilado y expuesto en el recién publicado libro “Secreto Vaticano”, cuando hoy el presidente Trump inicia un plan para “socavar” la autoridad del Papa Francisco en el Vaticano, por medio de crear una alianza con los enemigos del Pontífice dentro de la propia Iglesia.
La discordia entre el sector más de ultraderecha de la Iglesia Católica de los Estados Unidos y el Papa Francisco es patente en este momento. Trump ahora sólo el detonador. Los adversarios del Pontífice ya habían urdido una campaña global para difamarlo -e incluso para provocar su caída- y la está protagonizado el cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, de St. Louis, Missouri.
La noticia de los últimos momentos es que el estratega máximo de Donald Trump, Stephen K. Bannon, autor intelectual de sus más radicales propuestas –como son la prohibición de la entrada de inmigrantes musulmanes de siete países y la edificación del muro en la frontera con México-, decidió dar un paso más en las políticas del nuevo mandatario norteamericano: avanzar contra el Papa Francisco.
El motivo inmediato al parecer fueron los comentarios del Papa Francisco el pasado 8 de febrero, cuando dijo que “un cristiano nunca dice: ‘yo voy a hacer que tú pagues por esto’ ¡Nunca! Eso no es un gesto cristiano”. Se refería al muro de Trump, y de la forma en que ha expresado que va a “forzar” a México para pagar su costo.
No es la primera vez que el Papa Francisco levanta la voz para defender a México contra la amenaza de Trump de construir un muro y de forzar al pueblo de México a pagar el costo de su edificación. El día 16 de febrero de 2016 lo dijo por primera vez en el avión papal: “Una persona que sólo piensa en hacer bardas, donde quiera que estos muros se hagan, no es un cristiano”.
Desde aquella ocasión, el comentario del Papa levantó una reacción molesta por parte del entonces candidato Donald Trump, quien le dijo: “Para ser un líder religioso, el cuestionar la fe de una persona es una desgracia. Ningún líder, especialmente un líder religioso, tiene el derecho a cuestionar la fe religiosa de otra persona” y añadió: “El gobierno de México está utilizando al Papa como peón. Y cuando el Vaticano sea atacado por el ISIS el Papa sólo va a poder haber deseado y rezado que Donald Trump hubiera sido presidente, porque esto no habría pasado.”
Trump no sólo no intentó ninguna clase de “disminución de conflicto” o “reconciliación” hacia el líder de los católicos del mundo -1,200 millones de seres humanos-, sino que abiertamente manifestó no tener ningún interés en tener una buena relación con el mismo.
La razón es múltiple: Trump y el Papa Francisco representan los extremos opuestos en el espectro ideológico de nuestra era. Trump es el símbolo a ultranza del capitalismo y de la “sobrevivencia del más apto” donde “el fuerte debe aplastar al débil”; mientras que el Papa Francisco representa la visión jesuita del cristianismo, donde los ricos tienen la obligación una obligación social para con los pobres –la “doctrina social de la Iglesia” plasmada por el Papa León XIII en la Encíclica Rerum Novarum –“de las cosas nuevas”-, también llamada “Derechos y Deberes de los Capitalistas y de los Trabajadores”.
Desde el inicio de su Pontificado el Papa Francisco informó a los cuatro vientos que esta iba a ser de nuevo la visión de la Iglesia, y los ataques contra él por parte de los “ultracapitalistas” norteamericanos no se hicieron esperar. En 2013 (febrero 11) comenzaron a llamarlo de plano “socialista” e incluso “comunista”. Los sectores del dinero en Wall-Street comenzaron a preocuparse sobre lo que podría causar ese nuevo y carismático Papa en la grey católica del mundo, especialmente en los países de América Latina, usualmente bajo la dominación económica de las corporaciones de los Estados Unidos.
Pronto el Papa inició otras acciones “perturbadoras” contra los intereses de los Estados Unidos en el Vaticano, como fue su llamado a firmas actuariales (también de los propios Estados Unidos) para comenzar una auditoría “exhaustiva” de las cuentas antes “inexpugnables” del Banco Vaticano, entre las cuales había cientos de ellas que eran utilizadas por entidades “sombrías” que se servían de la “tubería vaticana” para operaciones de lavado de dinero y financiación del terrorismo.
El Papa Francisco en realidad estaba reiniciando una investigación que le había costado el papado a su antecesor, Benedicto XVI, al cual incluso lo amenazaron de muerte debido a esta investigación sobre el Banco Vaticano. El recién publicado libro “Secreto Vaticano” documenta toda esta operación en la que el presidente de dicho banco –Ettore Gotti Tedeschi fue amenazado de muerte y obligado a renunciar meses antes que el propio Papa Benedicto, como resultado de la misma investigación.
En “Secreto Vaticano” se detallan los mecanismos con los que el Banco Vaticano había sido creado décadas atrás con apoyo de los Estados Unidos, diseñado con estatutos que lo hicieron “autónomo” y “separado de la autoridad pontificia”; es decir: creado para no tener que responder a la autoridad del Papa, sino a un Consejo de gobierno.
A lo largo de las décadas, diversos Papas intentaron romper ese status del Banco, y de investigar las actividades de “cuentahabientes secretos” del Banco –cuyas identidades ni siquiera el Papa mismo podía conocer debido al “secreto bancario” protegido por los estatutos propios del Bando. Estos “cuentahabientes secretos” estaban utilizando al Banco para financiar operaciones de terrorismo y crimen organizado por medio de sus cuentas.
Los pontífices que intentaron desbaratar esta red, o investigarla, fueron “castigados”. Uno de ellos fue el Papa Juan Pablo I, quien fue asesinado en el día 33 de su pontificado, como consecuencia de rastrear las conexiones del obispo Paul Marcinkus –presidente del Banco Vaticano en ese momento- con capos de la Mafia de Chicago, y con la Logia Masónica P-2 y con el gobierno mismo de los Estados Unidos. El Banco Vaticano era parte de una operación clasificada del gobierno de los Estados Unidos para desestabilizar a Europa por medio del terrorismo: la Operación Gladio.
Investigar esta red
El libro “Secreto Vaticano” documenta cómo estaba integrada esta red. El Banco Vaticano era parte de esta operación y su función para la de proveer un sistema “blindado” para transferir dinero de un punto a otro del mundo de una forma “inauditable”, pues ninguna policía o gobierno del planeta tenía autoridad para solicitar la revisión de esas cuentas –ni siquiera el propio Papa en Roma- debido a las exclusiones y al “secreto bancario”.
Cuando en el año 2010 (diciembre 30) el Papa Benedicto reinició estas investigaciones –a raíz de un incidente de presunto lavado de dinero y financiación del terrorismo en una transferencia con el banco J.P.Morgan en Frankfurt- se encontró con resistencias colosales por parte de los jerarcas del Banco Vaticano para revelar información. El Papa –y su aliado, el presidente mismo del Banco, Ettore Gotti Tedeschi- comenzaron lo que provocó la caída de ambos: reformar los estatutos del instituto. Al Papa le indicaron lo que hoy se conoce como “murdkomplott” –complot para asesinarlo- y al presidente del Banco le crearon una campaña difamatoria –además de amenazas de muerte.
La renuncia de Benedicto XVI podría haber “tranquilizado las aguas” para los que se sintieron en peligro tras el intento del Pontífice para afectar esta “tubería blindada” que anteriormente había servido al gobierno estadounidense para la financiación secreta de operaciones encubiertas –incluyendo eventos terroristas cuya finalidad era culpar a organizaciones fantasma de países enemigos, y justificar intervenciones militares y políticas en países (ver la Operación Gladio en el libro “Secreto Vaticano”).
Ahora el Papa Francisco se encuentra bajo “fuego” de una forma que ni siquiera el propio Benedicto hubiera imaginado. Cuando Benedicto renunció en 2013, los “poderes reinantes” que provocaron su caída esperaban la llegada de otro Pontífice favorable a ellos, no Francisco. “Secreto Vaticano” detalla la forma en la que esta oligarquía “secreta” había preparado la entronización de ese otro candidato, y cómo durante el cónclave mismo, antes de finalizar el proceso de la elección, hicieron publicar en importantes medios informativos de la propia Iglesia la noticia de que ese otro candidato había “ganado”.
Complot en la Elección
Sin embargo, en el interior de la Capilla Sixtina, el conjunto de los cardenales votaron por otro hombre, que representaba la tendencia opuesta: el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, mucho más afín a la liberalización de la Iglesia y a las causas de los pobres en el mundo. Nada podía ser peor para los hombres de la ultraderecha de la Iglesia Católica, ligados con el gobierno de los Estados Unidos y particularmente con el muy pro-capitalista partido Republicano.
Desde el inicio de su “reinado”, el Papa Francisco gobernó rodeado de enemigos, pero no se intimidó y continuó, con un brío incontenible, su proyecto de reformas. Cuando se le preguntó si no temía que lo mataran, afirmó secamente: “No tengo miedo de que me maten”.
El “Cambio Climático”
En seguida el Papa Francisco comenzó a “arremeter” o “golpear” contra otro sector extremadamente poderoso de la derecha estadounidense, hoy aliado en forma absoluta con Donald Trump: los petroleros. Se llamó “iniciativa contra el Cambio Climático” o “Encíclica Laudato Si”. El Papa simplemente se sumó a los científicos del planeta que estaban advirtiendo: de continuar con la quema de combustibles fósiles como el petróleo, la saturación del dióxido de carbono en la atmósfera va a continuar incrementando en forma dramática e irreparable un efecto de “domo” o “invernadero” que al final va a provocar un cambio en el clima del planeta, que va a afectar la vida de millones.
“Secreto Vaticano” explica cómo a mediados de 2015, cuando el Papa estaba a días de oficializar esta Encíclica –misma que para ese instante ya tenía el apoyo público del Presidente Barack Obama y del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon-, eventos “anormales” comenzaron a suceder en la vida del Papa Francisco: su sobrino Walter Sivori –también sacerdote- recibió una llamada telefónica en la que le dijeron “te vamos a cortar la cabeza y también a tu tío”. Horas después, el otro sobrino, José Ignacio, fue detenido con su novia en el automóvil por individuos que llegaron con el objetivo de secuestrarlos.
Las poderosas empresas petroleras americanas, que logran ingresos anuales por 555 mil millones de dólares (sólo ExxonMobil y Chevron), contrataron a grandes institutos de “cerebros”, como el Heartland Institute, para que desarrollaran argumentos “científicos” contra la teoría del Cambio Climático –es decir: documentos que afirmaran que la teoría del petróleo como contaminador de la atmósfera es “falsa”.
Para este momento, el Papa Francisco ya tenía en su contra a feroces hombres dueños de enormes corporaciones estadounidenses, principalmente afiliados al adinerado Partido Republicano, que en poco tiempo tendría a Donald Trump como candidato. Vieron al Papa Francisco como un enemigo del capitalismo y de la industria del petróleo, y como un potencial peligro porque podría “insubordinar” a las naciones católicas pobres o de tamaño medio contra los “hombres del dinero”.
Se aliaron para derrocar al Papa Francisco
Se inició un proceso del que los mexicanos sabemos poco. Los sectores de la ultraderecha en los Estados Unidos comenzaron a “alimentar” a los católicos de la rama “conservadora”, entre los que figuraba el cardenal Raymond Leo Burke –el actual máximo enemigo del Papa Francisco-. Los “portales” de noticias católicos de esa línea –por ejemplo FatimaCruzader- empezaron a propagar una campaña de difamación contra el Papa Francisco –se analiza a detalle en “Secreto Vaticano”.
Esos portales no difundieron su repudio por las acciones del Papa contra los daños ambientales de las industrias petroleras, ni sus órdenes para limpiar al Banco Vaticano; sino una insólita línea de comunicación, que tendría un mucho mayor impacto entre los creyentes: dijeron que las encíclicas e iniciativas del Papa –como por ejemplo la que permite comulgar a los divorciados que se han vuelto a casar- eran acciones de un “hereje”, que convertían al Papa Francisco en el “anti-papa” profetizado por la Virgen en Fátima, en el año 1917, y que la existencia del Papa Francisco significaba, por tanto, nada menos que el aviso de que ya está comenzando el “Apocalipsis” o “Fin de los Tiempos”.
Por increíble que resulte, la cantidad de los católicos de todo el mundo que ya han sido “tocados” por estos alegatos es abrumadora. Ahora todos estos millones de fieles -que han recibido mensajes “católicos” de advertencia contra Francisco- no saben si deben ser fieles o no a su Papa, pues líderes de su propia Iglesia, adversarios del Papa Francisco -y por lo general relacionados con hombres adinerados del Partido Republicano de los Estados Unidos-, les han transmitido por medio de sacerdotes o en sus correos electrónicos- ese tipo de mensaje “apocalíptico”, donde el Papa Francisco es una especie de “enemigo”.
“Secreto Vaticano” investiga en forma específica la forma en la que las profecías de Fátima y de Ascoli han sido utilizadas por la élite de la ultraderecha de los Estados Unidos; e incluso por el propio gobierno norteamericano.
En noviembre 28, 2013, comenzaron los “bombazos” para tirar al Papa. Un grupo que se describe en “Secreto Vaticano”, elaboró “bases” para provocar un “derrocamiento legal” del Papa Francisco.
Al decir “legal” nos referimos a las leyes del Vaticano, que son el llamado “Canon”. Hombres de alas extremistas de la Iglesia exploraron las encíclicas de Francisco y las utilizaron en su contra. Una de ellas fue Evangelii Gaudium, donde un párrafo de Francisco –donde el Papa afirma que los judíos continúan teniendo el pacto con Dios establecido con Moisés- fue suficiente para decir que el Papa Francisco estaba en violación de la “definición dogmática del Papa Eugenio III” y del “Concilio Ecuménico de Florencia” –ver Secreto Vaticano-; y que por lo tanto el Papa Francisco no estaba en herejía y era legítimo, y que por tanto debía y podía ser derrocado; y que según el texto Quo Primum del papa Benedicto XIV (1757), con una herejía basta para declarar nulo a un Papa.
A continuación otros opositores del Papa empezaron a esgrimir el Código 81 del texto Universi Domini Gregis, argumentando que Francisco fue elegido debido a una “operación” o “intriga” prohibida desde los tiempos de Juan Pablo II, donde los amigos de Francisco cabildearon entre los cardenales para que votaran por él.
Este es el momento en el que el cardenal Raymond Leo Burke comienza a emerger como máximo enemigo.
En 2013, se difundía en los medios que Burke solía caminar arropado con lujos, y que algunos lo llamaban “el fariseo moderno”, y que le Papa le había dicho que fuera más “humilde” o “moderado” en su vestimenta, para no dar un mal ejemplo a los católicos; y se difundió que al salir de ese encuentro, Burke dijo a periodistas que el Papa no tenía ninguna autoridad para decirle cómo vestir.
Burke es el mismo cardenal que dijo ante los medios que un homosexual es un criminal equivalente a un homicida; y también dijo en diversas ocasiones que un católico no podía votar por un “partido de la muerte” como el Partido Demócrata –el partido de Hillary Clinton.
En 2014 el poderoso Raymond Leo Burke –que en ese momento era el equivalente a “Suprema Corte de Justicia” (Prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica) dentro del gobierno del Vaticano-, fue llamado por el Papa Francisco para decirle un mensaje que no le agradó nada a Burke: “Estás despedido.”
Lo despidió. Lo envió a un cargo que Burke consideró “de segunda” –patrón de la orden de los Caballeros de Malta-. La enemistad se volvió real.
Amenazaron con detonar un “Cisma” semejante al de 1531
A finales de 2015 –como se detalla en “Secreto Vaticano”-, poco antes de iniciarse el “Sinodo de la Familia”, un grupo de cardenales de varias partes del mundo, liderados por Raymund Burke, comenzaron a aglutinarse para crear algo como un “golpe de estado” dentro de la Iglesia, señalando que el Papa Francisco, con sus reformas, estaba “traicionando” las enseñanzas de Cristo.
En muchos de los portales católicos de la rama ultra conservadora se difundieron artículos que “asustaron” a los creyentes con la idea de que era necesario o posible un cisma de la Iglesia, donde los “verdaderos católicos” iban o deberían “romper lanzas” contra el Papa Francisco. Así comenzó una pesadilla que aún no termina. En octubre de ese año, según lo reportan Sandro Magister en ChiesaExpresso, Gerard O’Connell en American Magazine y Bernardo Barranco en la Revista Ibero –de la Universidad Iberoamericana- trece cardenales firmaron una carta en la que básicamente se configuró esta “proclama” contra el Papa.
Uno de los firmantes fue un mexicano
Sí. Uno de los trece cardenales que firmaron esta “proclama” contra el Papa Francisco –según los reportes-, fue nuestro cardenal mexicano Norberto Rivera. La razón de su “distanciamiento” con Francisco es básicamente su vinculación con los Legionarios de Cristo, a quienes el propio Benedicto XVI afectó cuando le quitó la “protección” al fundador de la orden, Marcial Maciel Degollado, acusado por graves casos de pederastia.
El cardenal Norberto Rivera asegura que no firmó la carta, y es posible que no la haya firmado, y que otros lo hayan involucrado. En cualquier caso, el asunto de la pederastia de Maciel ya pertenece al pasado y la “enemistad” entre la “grey” de los Legionarios para con los papas Benedicto y Francisco ya no tiene razón de ser, pues los Legionarios son más de 30 mil personas que por lo general hacen obras de beneficencia –haciendo a un lado los crímenes incuestionables que cometió su fundador, en cual ya está muerto y vilipendiado-. La “enemistad” o “distanciamiento” de los Legionarios –y de su allegado, el Cardenal Rivera- para con el actual Papa ya es innecesaria y de hecho pone en grave riesgo a México.
Hoy Donald Trump ha abierto un frente para dividir a la Iglesia Católica y para dañar al actual Papa; y al mismo tiempo está contra México
Pero esta situación es realmente grave por tres motivos:
1: México es más de 90% católico, y Trump pretende minar a la Iglesia Católica, y “romperla”
2: El Papa, que está en esta posición por defender a México, es “atacado” por altos jerarcas y católicos mexicanos –a pesar de que el pueblo quiere al Papa Francisco
3: Esta división, tanto de los mexicanos como de los católicos, es justo lo que Trump y sus estrategas necesitan para “destrozar” tanto a la Iglesia, como a México, cuando México debería aliarse de inmediato, como Estado, con el Vaticano, y crear un frente común de naciones.
¿Quién es Steve Bannon, el artífice de esta campaña para minar al Papa Francisco?
Según el reporte de Jason Horowitz en el New York Times (febrero 7, 2017), el actual estratega máximo y “mente siniestra” detrás de las medidas racistas y agresivas de Donald Trump, se encontró con Raymond Leo Burke en Roma en el 2014, cuando ambos asistían a la canonización de Juan Pablo II.
Bannon mismo es un católico de ultra derecha, proclive al racismo y al antisemitismo. Dirigió la revista de corte radical Breitbart, cuyo “corresponsal” en Roma era o ha sido un exsacerdote de los Legionarios de Cristo –Thomas Williams, acusado de haber roto sus votos de celibato y de procrear un hijo-. Williams mismo dijo que cuando conoció a Bannon en 2003 le pareció “un tipo loco.”
Como vemos, en 2014, este radical de ultraderecha –Bannon-, que sacó a sus hijos de la escuela “porque había muchos judíos”, conoció al enemigo de Francisco Raymond Burke, e hicieron química.
Ahora, cuando el nuevo presidente americano, Donald Trump, ha iniciado una guerra en el mundo –en particular contra México y ahora contra el Papa- la noticia es esta:
“Steve Bannon se alínea con extremistas del Vaticano para oponerse al Papa Francisco”
NPR News
“Steve Bannon en contacto con el máximo adversario del Papa Francisco”
Newsweek
“Steve Bannon está tratando de minar al Papa Francisco”
Esquire
¿Un Cisma?
Burke es el contacto de Trump y de Stephen Bannon para levantar la Iglesia Católica de los Estados Unidos contra el Papa Francisco (y en el mundo).
El Papa León XIII –el mismo que publicó la primera encíclica social de la Iglesia, Rerum Novarum-, advirtió sobre el “americanismo”: alguien en el gobierno de los Estados Unidos iba a buscar un cisma entre la Iglesia Católica estadounidense y el Vaticano –algo semejante al nacimiento del protestantismo hace 500 años por parte de Enrique VIII, cuando el Papa de entonces, Clemente VII, se negó a aprobarle su divorcio de Catalina de Aragón.
Ahora, un nuevo Enrique VIII, Donald Trump, quiere probablemente “ayudar” a los enemigos del Papa Francisco para un cisma de la Iglesia y crear la “Nueva Iglesia Católica Americana”, o simplemente el “derrocamiento” del Francisco y colocar a un hombre leal a “América” y al propio “Trump” –como también lo hizo en el pasado el rey de Francia Felipe IV, quien ordenó el asesinato del papa Bonifacio VIII después de golpearlo por horas, y asesinar a los caballeros defensores del Papa –los templarios, ver Secreto 1929, y colocar a un papa títere controlado por el propio rey de Francia.
Pero existe división en el clero católico estadounidense. No todos apoyan a este cardenal Burke, a quien unos llaman “drag queen” (por su forma de vestir) y otros “el Papa Americano”.
Si México tomara la iniciativa, un buen plan de acción para confrontar a Trump incluiría establecer “las paces” entre el clero mexicano y el Papa Francisco, que es pro-mexicano, y buscar alianzas con la parte de la Iglesia Católica estadounidense que rechaza a Trump, que es principalmente la parte compuesta por hispanos (de los cuales el 67% votó contra Trump; mientras los llamados “White Catholics” o “católicos blancos” votaron 60% a favor de Trump); así como entablar, tal vez por primera vez, con otras iglesias protestantes de los Estados Unidos que también rechazan las actitudes raciales de Trump, un “frente común” (es de notar que en la población judía de los Estados Unidos -a pesar de las notables afinidades entre el mandatario israelí Benjamín Netanyahu- el 71% votó contra Trump –sólo el 24% votaron por Trump-, y que en el propio Israel, sólo el 20% de la población votó por el propio Netanyahu; el restante 80% votó por los rivales del hoy jefe de estado).
Ciertamente el presidente Trump está en el poder en gran medida por la acción del nodo de los jerarcas católicos ultraconservadores, en conjunto con el estratega Stephen Bannon. Mientras se publicaban los “emails hackeados” de Hillary Clinton, donde aparecieron varios de su asesor John Podesta ligado con fiestas “satánicas”, Trump comenzó a “gritar” hacia los católicos diciéndoles “yo estoy contra el aborto”. Con eso se los ganó. En los Estados Unidos los católicos son el 20% de la población total, y es por lo tanto, de entre todas las diferentes denominaciones existentes -incluyendo todas las protestantes-, la más numerosa.
Ahora ese pedazo de la población americana podría aspirar a convertirse en la Iglesia Católica Americana, con Raymond Leo Burke como Papa, y con Donald Trump como su rey protector, el nuevo Enrique Octavo.
MÁS INFORMACIÓN EN : www.LeopoldoX.com
Se discutirá este plan de Trump contra el Papa y contra México el próximo 5 de marzo en el Salón de Actos del Palacio de Minería (19:00 hrs), con la participación del General Tomás Ángeles Dauahare, el líder hinduista en México Jai Hari Singh Valuet y Leopoldo Mendívil López, entre otros.
Preocupa
a Vaticano muro fronterizo
El cardenal Peter Turkson dijo que la sede de la
Iglesia católica deseo que otros países no quieran seguir el ejemplo del
magnate. Foto: Reuters
Notimex
Cd. del Vaticano,
Vaticano(27 enero 2017).-
El Vaticano manifestó su preocupación por el impacto
global del anuncio del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, respecto a
la construcción de un muro en la frontera con México.
En voz del presidente del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, cardenal Peter Turkson, la sede de la Iglesia católica deseo que otros países no quieran seguir el ejemplo del magnate.
El responsable de la sección vaticana que se ocupa de los inmigrantes fue entrevistado al concluir el congreso en la Pontificia Universidad Lateranense.
"Nosotros deseamos que el muro no se construya, pero conociendo a Trump quizás se hará. La Santa Sede está preocupada porque no afecta solo a la situación con México, sino que manda una señal al mundo", indicó Turkson.
En voz del presidente del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, cardenal Peter Turkson, la sede de la Iglesia católica deseo que otros países no quieran seguir el ejemplo del magnate.
El responsable de la sección vaticana que se ocupa de los inmigrantes fue entrevistado al concluir el congreso en la Pontificia Universidad Lateranense.
"Nosotros deseamos que el muro no se construya, pero conociendo a Trump quizás se hará. La Santa Sede está preocupada porque no afecta solo a la situación con México, sino que manda una señal al mundo", indicó Turkson.
"No sólo Estados Unidos quiere construir muros
contra los inmigrantes, también en Europa. Esperamos que (otros países) no
sigan su ejemplo. Un presidente puede construir un muro pero llegará otro
presidente que lo derribará", agregó.
Diversos funcionarios del Vaticano se mostraron preocupados e indignados por el anuncio del mandatario estadunidense.
Además destacaron las declaraciones públicas sobre el tema de los obispos tanto de México como de Estados Unidos.
Por su parte, los medios de comunicación oficiales de la Santa Sede se hicieron eco no solo de las comunicaciones episcopales, sino también de la decisión del Presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, de cancelar el encuentro previsto en la Casa Blanca para el próximo martes.
"Se necesitan construir puentes, no muros. Así la Conferencia Episcopal de Estados Unidos responde a la decisión del presidente Trump de completar el muro con México", indicó un reporte de la Radio Vaticana.
"Para el episcopado estadunidense, la vida de los inmigrantes será puesta en peligro y se incrementarán traficantes y contrabandistas, desestabilizando muchas comunidades que viven pacíficamente en la frontera", agregó.
Al mismo tiempo, Fides, la agencia de noticias de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, se hizo eco de la declaración publicada por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
En ese texto, los obispos expresaron su dolor y rechazo a la construcción del muro e invitaron a todos a hacer una reflexión más profunda sobre los modos a través de los cuales se puede garantizar la seguridad, el desarrollo y la creación de puestos de trabajo.
Diversos funcionarios del Vaticano se mostraron preocupados e indignados por el anuncio del mandatario estadunidense.
Además destacaron las declaraciones públicas sobre el tema de los obispos tanto de México como de Estados Unidos.
Por su parte, los medios de comunicación oficiales de la Santa Sede se hicieron eco no solo de las comunicaciones episcopales, sino también de la decisión del Presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, de cancelar el encuentro previsto en la Casa Blanca para el próximo martes.
"Se necesitan construir puentes, no muros. Así la Conferencia Episcopal de Estados Unidos responde a la decisión del presidente Trump de completar el muro con México", indicó un reporte de la Radio Vaticana.
"Para el episcopado estadunidense, la vida de los inmigrantes será puesta en peligro y se incrementarán traficantes y contrabandistas, desestabilizando muchas comunidades que viven pacíficamente en la frontera", agregó.
Al mismo tiempo, Fides, la agencia de noticias de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, se hizo eco de la declaración publicada por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
En ese texto, los obispos expresaron su dolor y rechazo a la construcción del muro e invitaron a todos a hacer una reflexión más profunda sobre los modos a través de los cuales se puede garantizar la seguridad, el desarrollo y la creación de puestos de trabajo.
México frente a Trump
1 ENERO, 2017
Jorge
G. Castañeda y Armando Ríos Piter
6.6K
Jorge G. Castañeda y Armando Ríos Piter
Por primera vez desde que Ronald Reagan se dedicó a
atacar a la Unión Soviética en 1980, un candidato presidencial norteamericano
hizo campaña de manera activa contra los intereses nacionales de otro país. Al
amenazar con deportar a todos los inmigrantes indocumentados —aproximadamente
la mitad mexicanos—, construir un muro en la frontera con México y acabar con
el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el cual es más importante
para México que para Estados Unidos, Donald Trump convirtió a México en uno de
los asuntos centrales de la campaña. No obstante, no pudimos, no supimos, no
quisimos participar en la campaña: lo peor de ambos mundos. Después de tanta
pasividad e inhibición, debemos partir de una nueva realidad en la relación
entre los dos países y las dos sociedades. Sería un gravísimo error hacer como
si no hubiera sucedido nada, como si todo fuera a seguir igual.
Se
ha generado de manera abierta, explícita y franca —diría yo sincera y
desvergonzada— un sentimiento antimexicano en Estados Unidos que, o bien no
existía antes, o bien no daba la cara antes. Hoy en día dentro de amplios
sectores de la sociedad norteamericana, no sólo en algunas islas de racismo en
estados como Arizona y Alabama, o en comunidades como Hazelton, Pensilvania o
Butler County, Ohio, o en algunas coyunturas —la propuesta 187 en California,
de 1992— ya es aceptable ser abiertamente antimexicano. No antilatino ni
antichicano, sino antimexicano: de México vienen los violadores, los
narcotraficantes, los asesinos, los “bad hombres”. Este sentimiento obviamente no es mayoritario, pero
se ha generalizado. Votaron más de 60 millones de norteamericanos por Donald
Trump.
Ilustración: Víctor Solís
Asimismo,
ha adquirido derecho de ciudad un sentimiento antilibre comercio. Ya se volvió
respetable o razonable ser fuertemente críticos de acuerdos de libre comercio
pasados y futuros. Conviene recordar el tercer debate entre Clinton y Trump,
cuando en varias ocasiones Trump le espetó a su adversaria que “el NAFTA es el
peor acuerdo de la historia de Estados Unidos y tu marido lo firmó”. Hillary no
sólo se mantuvo en silencio, sin defender el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte, sino que incluso se opuso al hoy moribundo TPP.
En
tercer lugar, se ha legitimado en Estados Unidos un sentimiento antimigrante,
distinto al sentimiento antimexicano. Se refleja en el deseo de muchos de
llevar a cabo deportaciones masivas, de ninguna manera exclusivamente contra
mexicanos. El muro, de alguna manera, es esencialmente antimexicano: se ubica
en la frontera norteamericana con México y la gran mayoría de los que no
cruzarían, de haber un muro, serían mexicanos. En cambio, el sentimiento
antimigrante que desemboca en la promesa de deportaciones masivas —a través de
lo que Trump llamó undeportation task force— se aplica a los migrantes de
manera pareja, no específicamente a los mexicanos.
¿Cómo
deberíamos responder los mexicanos a la inminente toma de posesión de Donald
Trump? No existe opción seria de diversificación: ni hoy ni desde el
Porfiriato. A partir de 1890 más o menos, Estados Unidos pasó a ser el primer
socio comercial, financiero, turístico, tecnológico, cultural, académico de
México, y desde entonces —ya 120 años— eso no ha cambiado y no va a cambiar,
debido a la inercia geográfica y cultural. La respuesta es más integración, no
menos. La respuesta es una relación más estrecha, más cercana, más intensa entre
México y Estados Unidos, y en la medida de lo posible con Canadá, sobre todo
ahora que cuenta con un gobierno tan ilustrado como el de Justin Trudeau. Más
integración en varias direcciones.
Primero,
en materia de comercio, de salarios y de empleos, tenemos que entender en
México, pero también deben entender en Estados Unidos, que sí hay perdedores
con el TLCAN: muchos perdedores, en Estados Unidos y en México. Tal vez en
ambos países sean minoritarios, pero se trata de minorías significativas. Para
ellos había y hay políticas de mitigación, de compensación, de apoyo, de
formación, de capacitación en ambos países que no se han puesto en práctica.
Mientras su aplicación no ocupe un lugar central en los dos países, se
extenderá aún más el sentimiento antilibre comercio o antiglobalización que le
dio la victoria a Trump (y al Brexit). Esto abarca también el tema de los
salarios en el caso de México, y de los empleos en el de Estados Unidos.
La
lógica del TLCAN es infernal: que se mantengan bajos los salarios en México
para que los empleos de Estados Unidos se desplacen a México para incrementar
la competividad de las empresas y de la región norteamericanas. Esto beneficia
a ambos países, pero también los perjudica. En Estados Unidos hay gente que
pierde su empleo —un buen empleo— y lo ve sustituido con un mal empleo. En
México se mantienen bajos los salarios para atraer inversión norteamericana.
Así, a la larga, no sólo no ganan los dos países, sino que pierden. En todo
caso, ganan en un registro, pero pierden en otro.
Debe
haber algún tipo de negociación entre México y Estados Unidos, entre sus
empresas y gobiernos respectivos para alcanzar salarios más elevados mediante
acuerdos mínimos —no a nivel nacional sino en determinadas industrias o
regiones, una por una— y lograr una hemorragia de empleos menor, más pausada,
tomando en cuenta jubilaciones anticipadas, movilidad laboral, y otros
factores.
El
caso más obvio y más fácil, aunque de ninguna manera desprovisto de
complejidad, es la industria automotriz. Hay más de 700 mil trabajadores
correspondientes en México, desde autopartes hasta el ensamble final. No todas
son norteamericanas, por supuesto, pero la mayoría sí. A los trabajadores de la
industria automotriz en México se les pagan salarios inaceptables: de seis mil
a ocho mil pesos al mes en promedio y al comienzo —entre poco menos de 300 y
400 dólares mensuales. Un empleado en la misma empresa en Michigan gana casi 30
doláres la hora:
dependiendo del tipo de cambio y de horas extra, hasta 30 veces más. La
dinámica es insostenible. Por ello, y por muchas otras razones, debemos
cambiar. Pero para hacerlo debemos saber con qué canicas contamos y qué actitud
deseamos adoptar.
El
presidente Enrique Peña Nieto ha optado por un acercamiento no contencioso.
Desde su bochornosa invitación a Trump en agosto, en repetidas ocasiones ha
intentado satisfacer las exigencias de Trump. Ha aceptado reabrir las
discusiones del TLCAN y ha limitado el debate acerca de “el muro” a quién
pagará por él… no si debiera construirse. Peña Nieto ha dicho que ayudará a los
mexicanos a quienes Trump dice que deportará, pero no ha esgrimido una postura
firme contra las deportaciones en sí mismas.
México
no tiene por qué apaciguar a Trump así. Puede contraatacar. No ganará todas las
batallas, pero podría lograr más mediante la oposición al nuevo presidente,
aumentándole el costo de sus políticas antimexicanas. Cuenta con múltiples
fichas para hacerlo.
Sobre
el TLCAN, México simplemente puede decirle a Washington que no está dispuesto a
renegociar el tratado. Hay razones para crear acuerdos secundarios para
complementar el tratado y abordar problemas como la devaluación de la moneda,
los salarios, energía, derechos humanos, migración, o insituciones permanentes.
Pero la idea de renegociar el TLCAN debería ser completamente inaceptable para
el gobierno mexicano, por un sencillo motivo: abrir un proceso de esa
naturaleza detendría el flujo de inversiones a México por lo menos el tiempo
que durara la negociación.
Si
el gobierno de Trump decide abandonar el TLCAN en respuesta, pues que así sea.
Trump sería responsable de terminar con un acuerdo que mantuvieron tres
presidentes estadunidenses, cinco mexicanos y seis primeros ministros
canadienses a lo largo de los últimos 22 años y que, a pesar de sus defectos y
decepciones, ha funcionado razonablemente bien. La culpa de retirarse del
tratado sería suya. Muchos intereses comerciales estadunidenses y diversas
fuerzas políticas, incluyendo numerosos republicanos, se resentirían con Trump
por hacerlo. El daño a la economía mexicana sería significativo, pero
superable. Sin embargo, una renegociación prolongada del TLCAN podría ser aun
peor, con años de incertidumbre que desalentarían la inversión en el país.
En
cuanto a las deportaciones, contamos con varias opciones. En primer lugar,
seguir el ejemplo de la asamblea legislativa de California, que aprobó partidas
de varios millones de dólares a principios de diciembre para apoyar a los
indocumentados en vías de deportación con abogados, traductores, trabajadores
sociales, albergues para sus familias y otras necesidades. Las probabilidades
de ganar en una audiencia de deportación si se cuenta con un abogado se
multiplican por tres en Estados Unidos. El proceso es largo y doloroso, pero
los legisladores californianos le apuestan a la congestión del sistema jurídico
migratorio para combatir y detener las deportaciones. México debe hacer lo
mismo, de dos maneras.
En
primer lugar, el Congreso debe asignar ampliaciones presupuestales importantes
para nuestros 50 consulados en Estados Unidos con el fin de contratar más
personal local, más abogados, más tiempo-aire en los medios para instar a los
mexicanos en vías de deportación a no aceptar la repatriación voluntaria y
pelearle en una audiencia y ante los jueces de migración. El propósito debe ser
el mismo: sobrecarga el sistema para disuadir a las autoridades norteamericanos
de su locura.
En
segundo lugar, de la mano con Honduras, El Salvador y Guatemala, México puede
afirmar legalmente que recibirá de regreso sólo a quienes Estados Unidos pueda
probar que en efecto son mexicanos; los países del Triángulo del Norte pueden
hacer lo mismo. Esto tendría que llevarse a cabo mientras se encuentran en
Estados Unidos. Ya que muchos inmigrantes mexicanos no autorizados carecen de
documentos, esta medida trasladaría el costo político y económico de la
deportación de México a su vecino del norte. Habría casos pendientes,
litigación y centros de detención abarrotados. Las redes sociales transmitirían
escenas de niños separados de sus padres atrapados en el limbo legal. Esto
podría equivaler a una catástrofe humanitaria, algo que nadie quiere ver. Pero
al igual que con el rechazo a la repatriación voluntaria, la comparación no debe
hacerse con el statu quo. En vez de eso, debería realizarse con las millones de
deportaciones prometidas por Trump. Puede que a sus simpatizantes no les
importe la consumación de esa terrible amenaza, pero a muchos otros
estadunidenses sí. El clamor consiguiente podría obligar a Trump a abandonar
sus intentos detestables de deportaciones masivas.
¿Y
qué hay del muro? Es absurdo que México diga que no le importa mientras no
tenga que pagarlo. El gobierno mexicano debería oponerse por completo a su
construcción. Construir un muro fronterizo es un acto hostil; enviaría un
mensaje terrible al mundo. El costo y el peligro de cruzar sin documentos se
elevarían, lo que aumentaría el lucro y las rentas extraordinarias para las
mafias del crimen organizado.
Una
vez que México anuncie su oposición al muro, debemos recurrir a todas las
herramientas legales, ambientales, políticas, sociales, culturales y regionales
para detener la construcción. Hay que movilizar a las comunidades binacionales
en Arizona, California, Nuevo México y Texas contra la construcción del muro,
hasta que el costo de perseverar con esa idea absurda se vuelva demasiado alto
para Trump. Las ciudades binacionales, como Ciudad Juárez-El Paso, deberían
organizar manifestaciones y presentar demandas para tratar de asegurarse de que
un muro hostil construido por Estados Unidos no las divida.
Otra
canica: México puede aprovechar la decisión de California de legalizar la
marihuana recreativa o lúdica. A pesar de la victoria de Trump, la aprobación
de la propuesta en el estado más poblado de Estados Unidos hace que nuestra
guerra contra las drogas se vuelva ridícula. ¿Cuál es el propósito de enviar
soldados mexicanos para que quemen sembradíos, busquen tráileres y ubiquen
narcotúneles si cuando la marihuana llegue a California podrá venderse en el
equivalente del Oxxo local? Pero en vista de las agresiones de Trump, existe
una razón complementaria para que el país adopte una actitud pragmática de
aceptación tácita frente a las exportaciones de marihuana mexicana a Estados
Unidos. El gobierno de México no tiene por qué cooperar con un régimen hostil
en Washington. En vez de eso, nuestras autoridades simplemente deberían hacerse
de la vista gorda.
Contamos
con otra ficha: nuestra frontera sur. De acuerdo con varias versiones
recientes, después de las elecciones en Estados Unidos se ha producido un
incremento significativo en el número de migrantes centroamericanos que han
emprendido el peligroso y caro camino hacia ese país. Ahora se trata de
familias enteras y de un fenómeno lógico. Trump ha dicho que va a construir su
muro, y sería sensato que personas que tienen la intención de algún día irse a
Estados Unidos, desde El Salvador, Honduras o Guatemala decidieran emprender el
viaje ya, antes de que se erija dicho muro. En vista de que la violencia en
esos países persiste, tendría mucho sentido que las personas aterradas por la
situación en sus países decidieran irse, estando aún Obama en el poder.
Cuando
se produjo la primera ola de menores de edad no acompañados buscando llegar a
Estados Unidos, en julio de 2014, el gobierno de Peña Nieto decidió aceptar la
solicitud de la Casa Blanca de ayudar a detener el flujo. El razonamiento era
atendible. Había que evitar que se desatara una histeria antiinmigrantes en Estados
Unidos, justo cuando parecía posible legalizar a millones de indocumentados.
Dicho eso, las autoridades mexicanas desistieron de adoptar una de las dos
posibles actitudes para cualquier país atrapado en esta situación.
Hubieran
podido decidir que para México la mayoría de las personas que proceden del
Triángulo del Norte huyen debido a un temor bien fundado de persecución, por
sus vidas, sus bienes, sus comunidades, etcétera. Es decir, son refugiados, y
deben ser tratados como tales: no deportados, sino protegidos en campamentos de
refugiados bajo la supervisión del Alto Comisionado para Naciones Unidas de
Refugiados, ACNUR. En todo caso, al término de 30 días deben abandonar el país
hacia donde ellos quieran: su país de origen u otro, por ejemplo Estados
Unidos. La otra posibilidad era adoptar la actitud de Turquía. Cuando la
canciller Merkel le pidió al presidente Erdogan, hace poco más de un año, que
detuviera el flujo de refugiados sirios y afganos hacia la Unión Europea, el
cínico de Erdogan respondió afirmativamente, pero con varias condiciones: que
se reanudaran las pláticas con la Unión Europea (UE) para el acceso de Turquía
a la misma, que se eliminara el requisito de visas para nacionales turcos que
viajaran a Europa, seis mil millones de euros al año para atender a los
refugiados que permanecieran en territorio turco, y una especie de programa de
uno por uno con la UE; por cada refugiado que Turquía aceptara de Siria o
Afganistán, la UE aceptaba un inmigrante turco.
Hoy
no tiene el menor sentido que México le haga el trabajo sucio a Estados Unidos
con Trump como su presidente, si éste quiere construir muros, deportar a
mexicanos o revisar el Tratado de Libre Comercio. Detener o no a los
centroamericanos en la frontera sur o dejarlos pasar libremente hacia la
frontera norte debe ser una de las fichas de negociación que México utilice en
la confrontación venidera con Trump.
Una
penúltima canica consiste en nuestra capacidad de negociar en paquete este
conjunto de temas, mientras que los estadunidenses siempre prefieren, y casi
siempre sólo pueden, negociar frente por frente. Es cierto que la ortodoxia de
la cancillería mexicana, y del priismo en su conjunto, ha tendido a preferir la
compartimentalización de los asuntos, supuestamente para que ninguno contamine
a los demás. Pero hoy nos conviene mucho más armar un paquete de todas las
fichas que hemos enunciado y tratarlas en conjunto. Por varias razones, y una
en particular, que convierte la estrategia negociadora en un canica más. En
Washington las agencias involucradas en la relación con México suelen ser
muchas, independientes, mal coordinadas y en conflicto unas con otras. Más aún
al principio de una administración que carece de experiencia en materia
internacional. Presentando nosotros un paquete, y ellos llegando separados a la
mesa de negociación, llevaremos una ventaja —ciertamente marginal— pero quizás
decisiva. Sobre todo si recordamos que para los negociadores mexicanos el tema
de Estados Unidos es primordial y objeto de experiencia y de estudio; para los
norteamericanos el tema mexicano no lo es.
Una
última moneda de cambio en nuestra cartera consiste en las banderas que podemos
izar en estas vencidas. Se centra en el tema de los valores, uno de los
posibles ejes de la postura mexicana —sociedad y gobierno—, aquí y en Estados
Unidos, durante estos años aciagos. Con toda la hipocresía que se quiera, ese
país ha sido la cuna, el baluarte y un actor importante de la defensa de los
valores de Occidente desde hace dos siglos. Éstos hoy se ven amenazados por
Trump y por muchos de los integrantes de su equipo. México puede volverse uno
de sus defensores, quizás el primero, por ser nosotros los más afectados por
Trump.
¿De
qué valores se trata? Para empezar, los derechos humanos y la democracia, y el
combate a todas las posturas que los contradicen: el racismo, la xenofobia, la
misoginia, la homofobia, el antisemitismo. La defensa del orden jurídico
internacional existente, de las organizaciones multilaterales y regionales que
lo acompañan, de las ideas aún exageradas de libre comercio, de libre
circulación de bienes, capitales y personas, del derecho internacional
humanitario, son banderas que México podría adoptar y transformar en la punta
de lanza de la resistencia contra Trump.
Habrá
muchos países que nos acompañen tanto en América Latina como en Europa, pero al
final tenemos que ser nosotros los primeros en levantar la voz a favor de estos
valores. Muchos se preguntarán quiénes somos nosotros para hablar de derechos
humanos. Hay algo de cierto en eso, pero si dejamos atrás las guerras absurdas
de Calderón-Peña y las consiguientes violaciones a los derechos humanos, tal
vez sí podamos hablar de ellos.
Esta
ficha se relaciona estrechamente con nuestras opciones dentro de Estados
Unidos. En la normalidad histórica del nexo entre ambos países nuestra relación
privilegiada se concentra de modo inevitable con el Poder Ejecutivo, y dentro
del Poder Legislativo, con quienes detentan la mayoría en ambas cámaras. Pero
en las circunstancias actuales tal vez resulte más sensato, audaz y viable,
dejar en una especie de stand by el vínculo con el Ejecutivo, salvo en lo que
sea absolutamente indispensable e inercial, y buscar aliados entre las fuerzas
opositoras a Trump para poder defendernos en estos años.
¿Quienes?
Primero, al derrotado Partido Demócrata, tanto en sus liderazgos visibles como
entre sus representantes en el Congreso, en las gubernaturas, alcaldías y otros
puestos de elección popular. Enseguida, a los sectores hispanos, tanto de
segunda o tercera generación, así como los ciudadanos mexicanos en Estados
Unidos, con o sin papeles. Otros sectores importantes son la iglesia católica,
la comunidad judía y algunos sindicatos que si bien pueden no ser nuestros
aliados en los temas del TLCAN, sí lo pueden ser en materia migratoria y de
deportaciones. Y, en general, todos los demás sectores liberales en Estados
Unidos: la mayoría de los medios de comunicación, las universidades, las
fundaciones y buena parte de las organizaciones de la sociedad civil
norteamericana.
¿Se
molestarán los republicanos y el propio Trump con esto? Probablemente sí.
¿Tenemos alternativas? Probablemente no. Algo similar ocurrió entre México y
Estados Unidos a propósito de Centroamérica en los años ochenta, durante los
conflictos centroamericanos. Los gobiernos de López Portillo y De la Madrid
terminaron hablando más y sintiéndose más cercanos a los sectores opositores a
las guerras de Reagan en Centroamérica que con el Ejecutivo de Estados Unidos.
No es una mala lección. Podría ser útil ahora para México.
Ninguna
de esas posturas estará libre de riesgo para México. Podría haber represalias
de Estados Unidos, contragolpes en algunas regiones y crisis humanitarias. Un
gobierno mexicano débil y poco popular quizás no resista la presión de Trump.
Jorge G. Castañeda
Secretario de Relaciones Exteriores de México de 2000 a 2003. Profesor de política y estudios sobre América Latina en la Universidad de Nueva York. Su más reciente libro es Amarres perros. Una autobiografía.
Secretario de Relaciones Exteriores de México de 2000 a 2003. Profesor de política y estudios sobre América Latina en la Universidad de Nueva York. Su más reciente libro es Amarres perros. Una autobiografía.
Armando Ríos Piter
Abogado y economista. Actualmente es senador del PRD por el estado de Guerrero.
Abogado y economista. Actualmente es senador del PRD por el estado de Guerrero.
Nos cambiaron el mundo
AGENDA
CIUDADANA / Lorenzo Meyer
19
Ene. 2017
A
pesar de todo, Carmen Aristegui está de regreso.
La política anunciada por Donald Trump de distanciar a Estados Unidos de México y de otros países nos va a causar muchos problemas, pero también abre la posibilidad de recuperar parte de nuestra soberanía perdida... a un alto costo.
Lo que se está viendo en el arranque de la "era Trump" pudiera ser más que un cambio de estilo en la Presidencia de la mayor potencia mundial. Puede ser el inicio de una recomposición del sistema internacional. Por ahora, lo que sorprende del "fenómeno Trump" son sus formas, pero lo que realmente debe interesar son sus contenidos.
· FORMAS
Sobre la forma, lo que más impresiona del fenómeno es la rapidez de su consolidación. Trump se puso al frente de una auténtica blitzkrieg política norteamericana donde un constructor multimillonario, su familia y un puñado de colaboradores, pudieron sorprender y tomar por asalto las posiciones de poder largamente ocupadas por una élite o casta política bipartidista -demócrata y republicana- que nunca consideró seriamente la posibilidad de ser atacada, desalojada de su búnker y humillada, por un multimillonario y amateur en asuntos de Estado. Al final, resulta que Trump, un conductor de reality shows, estaba más cerca de la realidad que los políticos profesionales.
Las formas del trumpismo incluyen, en primer lugar, el discurso. Trump se decidió por lo que le había dado resultado en la TV: un lenguaje llano, con frecuencia brutal y que no se preocupaba por caer en lo vulgar. Lo empleó para simplificar hasta el exceso las complejidades de la realidad nacional e internacional, pero sosteniendo que él la entendía perfectamente. Esta simplificación está en sintonía con la imagen del mundo que tiene el público al que buscó llegar el magnate y encender. Por superficial pero efectivo, su discurso resultó muy maniqueo, de blanco y negro, de honestidad y corrupción, de patriotismo y traición. Si "volver a hacer a América [Estados Unidos] grande" es la meta, la tarea es presentada de manera palmaria: hay que drenar ese pantano político que es Washington y, a la vez, tomar medidas para anteponer siempre y de manera inequívoca los intereses de los norteamericanos de buena cepa -honestos y trabajadores- por sobre los de esas élites políticas y empresariales, globalizantes, que, por egoístas, han llevado sus plantas industriales a países como México o China en detrimento del obrero industrial, ese que, con su esfuerzo y buena fe, otrora hizo grande a Norteamérica.
· FONDO
La desaparición de la URSS en 1991 fue resultado de un proceso muy rápido, sorprendente, que dejó vacíos en Europa del Este y creó problemas que aún no se resuelven. Posiblemente hoy, aunque por un camino diferente, Estados Unidos también esté en un proceso de contracción imperial y vaya a modificar su entorno externo y en ese proceso destruya acuerdos y cree vacíos y problemas que alguien va a llenar y a tratar de resolver.
Examinando lo declarado antes de asumir como 45° presidente de Estados Unidos, resalta que a Trump no le interesan algunas de las alianzas históricas tejidas a lo largo de la Guerra Fría por Washington. Para empezar, está el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Durante los años de confrontación con la URSS, México fue visto como parte sustantiva de la seguridad norteamericana. Cuando en los 1980 el modelo económico mexicano falló y los préstamos de emergencia del FMI no fueron suficientes para asegurar su viabilidad, el Washington de George H. W. Bush y William Clinton aceptó apuntalar al sistema priista mexicano, incorporando su aparato productivo al norteamericano vía un TLCAN propuesto por Carlos Salinas. Sin embargo, hoy Trump ya no considera a la estabilidad y desarrollo de México como parte del interés de su país y sí ve ganancia política en culparlo de algunos de los males sociales norteamericanos y, por tanto, propone un distanciamiento con el vecino del sur.
Desde esa misma perspectiva, Trump tampoco considera indispensable para el interés de su país y sí muy costosa, a la OTAN, y no aprecia a su contraparte económica: a la Unión Europea (UE). En contraste, el magnate y Presidente electo aplaude la salida de Gran Bretaña de la UE, pues juzga esa decisión como una forma de desalentar el flujo mundial de refugiados, a los que sin duda equipara con los indocumentados en Estados Unidos. Además, no pareciera encontrar ninguna razón de fondo para seguir considerando a Rusia como el gran rival y sí como un posible aliado en la lucha contra el islamismo radical en Siria. En el horizonte trumpista es China, por su creciente poderío económico, la que aparece como un peligro creciente, pero como los acuerdos de libre comercio le resultan indeseables, Trump no acepta la idea de enfrentarla con el Tratado Transpacífico, pensado originalmente por Washington como un instrumento de libre comercio para competir y contener a China: la quiere confrontar directamente.
Meterse a rediseñar el Medio Oriente pareciera ser algo que a Trump no le interesa y sobre Sudamérica o África simplemente no ha dicho nada. En fin, que el trumpismo tiene la capacidad de empezar a modificar el sistema mundial, pero sin un plan claro y sin saber a qué costo y con qué consecuencias. El reto es para él y para nosotros: podríamos proponernos recuperar soberanía, aunque va a costar y mucho.
agenda_ciudadana@hotmail.com
La política anunciada por Donald Trump de distanciar a Estados Unidos de México y de otros países nos va a causar muchos problemas, pero también abre la posibilidad de recuperar parte de nuestra soberanía perdida... a un alto costo.
Lo que se está viendo en el arranque de la "era Trump" pudiera ser más que un cambio de estilo en la Presidencia de la mayor potencia mundial. Puede ser el inicio de una recomposición del sistema internacional. Por ahora, lo que sorprende del "fenómeno Trump" son sus formas, pero lo que realmente debe interesar son sus contenidos.
· FORMAS
Sobre la forma, lo que más impresiona del fenómeno es la rapidez de su consolidación. Trump se puso al frente de una auténtica blitzkrieg política norteamericana donde un constructor multimillonario, su familia y un puñado de colaboradores, pudieron sorprender y tomar por asalto las posiciones de poder largamente ocupadas por una élite o casta política bipartidista -demócrata y republicana- que nunca consideró seriamente la posibilidad de ser atacada, desalojada de su búnker y humillada, por un multimillonario y amateur en asuntos de Estado. Al final, resulta que Trump, un conductor de reality shows, estaba más cerca de la realidad que los políticos profesionales.
Las formas del trumpismo incluyen, en primer lugar, el discurso. Trump se decidió por lo que le había dado resultado en la TV: un lenguaje llano, con frecuencia brutal y que no se preocupaba por caer en lo vulgar. Lo empleó para simplificar hasta el exceso las complejidades de la realidad nacional e internacional, pero sosteniendo que él la entendía perfectamente. Esta simplificación está en sintonía con la imagen del mundo que tiene el público al que buscó llegar el magnate y encender. Por superficial pero efectivo, su discurso resultó muy maniqueo, de blanco y negro, de honestidad y corrupción, de patriotismo y traición. Si "volver a hacer a América [Estados Unidos] grande" es la meta, la tarea es presentada de manera palmaria: hay que drenar ese pantano político que es Washington y, a la vez, tomar medidas para anteponer siempre y de manera inequívoca los intereses de los norteamericanos de buena cepa -honestos y trabajadores- por sobre los de esas élites políticas y empresariales, globalizantes, que, por egoístas, han llevado sus plantas industriales a países como México o China en detrimento del obrero industrial, ese que, con su esfuerzo y buena fe, otrora hizo grande a Norteamérica.
· FONDO
La desaparición de la URSS en 1991 fue resultado de un proceso muy rápido, sorprendente, que dejó vacíos en Europa del Este y creó problemas que aún no se resuelven. Posiblemente hoy, aunque por un camino diferente, Estados Unidos también esté en un proceso de contracción imperial y vaya a modificar su entorno externo y en ese proceso destruya acuerdos y cree vacíos y problemas que alguien va a llenar y a tratar de resolver.
Examinando lo declarado antes de asumir como 45° presidente de Estados Unidos, resalta que a Trump no le interesan algunas de las alianzas históricas tejidas a lo largo de la Guerra Fría por Washington. Para empezar, está el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Durante los años de confrontación con la URSS, México fue visto como parte sustantiva de la seguridad norteamericana. Cuando en los 1980 el modelo económico mexicano falló y los préstamos de emergencia del FMI no fueron suficientes para asegurar su viabilidad, el Washington de George H. W. Bush y William Clinton aceptó apuntalar al sistema priista mexicano, incorporando su aparato productivo al norteamericano vía un TLCAN propuesto por Carlos Salinas. Sin embargo, hoy Trump ya no considera a la estabilidad y desarrollo de México como parte del interés de su país y sí ve ganancia política en culparlo de algunos de los males sociales norteamericanos y, por tanto, propone un distanciamiento con el vecino del sur.
Desde esa misma perspectiva, Trump tampoco considera indispensable para el interés de su país y sí muy costosa, a la OTAN, y no aprecia a su contraparte económica: a la Unión Europea (UE). En contraste, el magnate y Presidente electo aplaude la salida de Gran Bretaña de la UE, pues juzga esa decisión como una forma de desalentar el flujo mundial de refugiados, a los que sin duda equipara con los indocumentados en Estados Unidos. Además, no pareciera encontrar ninguna razón de fondo para seguir considerando a Rusia como el gran rival y sí como un posible aliado en la lucha contra el islamismo radical en Siria. En el horizonte trumpista es China, por su creciente poderío económico, la que aparece como un peligro creciente, pero como los acuerdos de libre comercio le resultan indeseables, Trump no acepta la idea de enfrentarla con el Tratado Transpacífico, pensado originalmente por Washington como un instrumento de libre comercio para competir y contener a China: la quiere confrontar directamente.
Meterse a rediseñar el Medio Oriente pareciera ser algo que a Trump no le interesa y sobre Sudamérica o África simplemente no ha dicho nada. En fin, que el trumpismo tiene la capacidad de empezar a modificar el sistema mundial, pero sin un plan claro y sin saber a qué costo y con qué consecuencias. El reto es para él y para nosotros: podríamos proponernos recuperar soberanía, aunque va a costar y mucho.
agenda_ciudadana@hotmail.com
Doctor en relaciones
internacionales por El Colegio de México y post doctorado en ciencia política
por la Universidad de Chicago. Hasta 2012 fue profesor en el CEI de El Colegio
de México y actualmente lo es de la UNAM. Ha publicado 17 libros sobre temas
mexicanos y media docena como coautor. Tiene docenas de capítulos en libros y
más de un centenar de artículos en revistas. Es comentarista en radio y
televisión y Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011.
Sears, K-Mart y Gilt anuncian que no venderán la marca Trump; ya son 18 grandes firmas en boicot
La marca Trump ha recibido un nuevo golpe a menos de una semana de la controversia generada tras la decisión de Nordstrom de retirar artículos de Ivanka Trump. Ahora, las cadenas Gilt Groupe y Sears Holding anunciaron que sus tiendas dejarán de vender varios de sus productos en sus páginas web. La decisión de las empresas se enmarca en las presiones del movimiento anti-Trump llamado “Grab your wallet” (Toma Tu Cartera), que llama a boicotear las tiendas que venden productos de la familia presidencial como protesta ante sus políticas y su trato a las mujeres. Hasta el momento suman 18 grandes firmas que han decidido retirar la mercancía del Presidente de Estados Unidos.
Ciudad de México, 13 de febrero (SinEmbargo).– Las cadenas Gilt Groupe y Sears, que incluye su filial Kmart, se sumaron a otras 15 grandes cadenas de minoristas en retiran los productos de marca Trump de sus catálogos.
Las tiendas dejarán de vender algunos productos de la marca Trump por Internet, pero se han negado a precisar cuántos artículos serán. Prefieren enfatizar que muchos siguen disponibles mediante sus acuerdos con terceros.
Esta misma excusa han dado otros grandes almacenes al suspender la venta de productos de la familia Trump, quizás para no enfrentarse directamente con el Presidente de Estados Unidos.
Ni Sears ni Kmart venden los muebles de marca de la Organización Trump y otros artículos para el hogar en sus tiendas. Pero el anuncio de Sears Holding llega en medio de la campaña #GrabYourWallet, iniciada en octubre, para boicotear mercancías vinculadas al nombre Trump.
El pasado viernes, la compañía informó que podría vender más sucursales, eliminar más empleos y poner a la venta más de sus marcas famosas como parte de su plan para reducir gastos.
Sears, que también es propietaria de Kmart, busca reducir gastos por al menos mil millones de dólares al año. Dijo que también sumaría 140 millones de dólares en liquidez a través de la restructuración de su deuda, lo que le dará a más espacio para respirar.
También podría vender dos de sus marcas —la de electrodomésticos Kenmore y la de baterías de carros DieHard— después de que el mes pasado alcanzó un acuerdo para vender su popular marca de herramientas Craftsman.
Al igual que Sears, otros pesos pesados minoristas como Nordstrom y Neiman Marcus han dicho que sus decisiones fueron impulsadas por negocios, no por política. Pero de acuerdo con The Wall Street Journal, la decisión sí podría estar relacionada con el boicot.
WSJ obtuvo datos que muestran que las ventas de productos con licencia de Ivanka Trump en Nordstrom cayeron un 32 por ciento en el último año fiscal, con descensos en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre.
En Nordstrom, las ventas de calzados y prendas de vestir Ivanka Trump totalizaron 14.3 millones de dólares en el año fiscal que terminó en enero, abajo de 20.9 millones en el año anterior.
Como Nordstrom fue abiertamente señalada en el boicot #GrabYourWallet, las ventas de la marca Ivanka Trump cayeron más del 70 por ciento en la segunda, tercera y cuarta semanas de octubre, en comparación con hace un año.
La disminución se ha estabilizado, promediando un 26 por ciento interanual en enero.
Pero evidentemente las tiendas creen que la caída seguirá.
“Durante el último año, y particularmente en la última mitad de 2016, las ventas de la marca han disminuido constantemente hasta el punto de que no tiene sentido comercial para nosotros continuar con la línea por ahora”, dijo Nordstrom en un comunicado el miércoles.
La otra firma es Gilt Groupe. Tiene su sede en Nueva York, con almacenes en Brooklyn, NY, Las Vegas, NV y Louisville, KY. Fue fundada por un visionaron empresario, Kevin P. Ryan. y se convirtió en un éxito inmediato.
Los expertos en cuestiones de ética denunciaron que las acciones de Trump en contra de las compañías que dejan de vender sus productos es un uso indebido de la autoridad presidencial y que podría interpretarse como una amenaza a otras empresas.
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Trump ha tomado distancia de Alemania, Japón, China, Australia, México, Irak, Irán y toda la Unión Europea en los primeros 14 días de su nuevo gobierno. Algunos analistas creen que está desperdiciando las estructuras de relaciones internacionales que Estados Unidos alimentó desde la posguerra. También ha afectado a las comunidades científicas, tecnológicas y de investigación de su país -la columna vertebral de la economía digital moderna- con el endurecimiento de sus políticas migratorias.
Ahora se ha lanzado contra empresas establecidas en casa.
De acuerdo con la página de #GrabYourWallet, las compañías Shoes.com, Bellacor, Jenny Craig, Wayfair, Zulily, RueLaLa, Kawasaki USA, Uber, Neiman Marcus, The Honest Company, Tyra Beauty, Jet y Carnival Corporation dejaron de vender productos que están relacionados con los Trump, en respuesta a la campaña de consumidores que buscan castigarlo.