viernes, 24 de febrero de 2017

Bioguerras




El Programa de Bioguerra de los EUA y la Dispersión del virus EEV en México por aves migratorias - ¿ Un caso de "Bioterrorismo de Estado" ?


Desde su identificación en la Isla de Trinidad en 1943, el virus de la “encefalitis equina de Venezuela” (o EEV) llamó la atención del ejército norteamericano (1). Debido a que produce una seria enfermedad incapacitante, con alta fiebre en los adultos y secuelas letales o neurológicas en los niños (2) el virus EEV ofrece posibilidades como arma microbiológica. En efecto, durante las décadas de los 1950 y los 1960 este virus formó parte del Programa para la Bioguerra ofensiva de los EUA que funcionó, por lo menos desde 1943 hasta 1970 (3).

Aunque recientemente la Unión Americana fue víctima de un reprobable acto de terrorismo y bioterrorismo de todos conocido, hace poco mas de tres décadas el programa estadounidense arriba mencionado, involucró a México en por lo menos dos formas, provocando consecuencias muy serias a nivel nacional, de carácter inhumano y de alto costo económico. A continuación mencionamos de manera abreviada, como se presentaron los hechos, que bien pudieran ser considerados como un caso de “bioterrorismo de estado”, asociado al ambiente de “la guerra fría”.

La primera forma en que se afectó a la nación mexicana, fue consecuencia de lo que parece haber sido una investigación en gran escala y elevado presupuesto, que involucró a diversas instituciones nacionales y estadounidenses bajo cobertura del US Public Health Service y la Organización Sanitaria Panamericana, para el estudio relativo a la dispersión del virus EEV por aves migratorias (4) (19). Al respecto y debido a que suscribió varios contratos con el US Army, su centro para la bioguerra en Fort Detrick y el US Army Medical Research Institute for Infectious Diseases entre los años de 1951 y 1969, el Smithsonian Institution de Washington DC, fue denunciado al funcionar como “fachada” del ejército estadounidense para los fines de bioguerra antes señalados, a través del llamado “Pacific Ocean Bird Banding Project, encabezado por el Dr. Philip S. Humphrey de la U. de Kansas (4) e incluyente de algunas áreas geográficas de México. De la misma manera el USPHS sería denunciado y llamado a cuentas por un Comité Senatorial estadounidense al no haber acatado, encubriendo a la CIA, las instrucciones del Presidente Nixon para terminar con el Programa para la Bioguerra ofensiva y proceder a destruir los inventarios de bioarmas “en almacén”, que incluían por supuesto, grandes cantidades del EEV a granel (21).

La segunda forma en que se afectó a México, sustentada en la complacencia de un gobierno mexicano desinformado y científicamente obtuso, se relaciona con las “pruebas en campo” de la vacuna TC-83 contra la EEV, desarrollada por Fort Detrick en Frederick, Maryland, para protección de los militares del ejército estadounidense en Vietnam, donde el virus de la enfermedad venezolana “se estaba empleando en ejercicios para probar su utilidad militar, en los 1960 y en islas desiertas del Pacífico” (sic) (5). “Garantizada” a los mexicanos como una vacuna segura por autoridades de salud estadounidenses (como el N. Y. Health Bureau of Laboratories) (6), la vacuna TC-83 era –y es-- de hecho, una vacuna de virus vivo atenuado, considerado entonces y ahora en los EUA, como un producto biológico riesgoso, clasificado por la FDA como “IND”, esto es, “investigational drug” o fármaco bajo investigación, es decir bajo prueba, que no debería ser utilizado libremente (7) (8); no obstante aquí se utilizó y se sigue utilizando.

De características endémicas y enzoóticas en la región Venezuela-Colombia y países circunvecinos pero desconocido en México, la presencia del virus EEV fue descubierta inmunológicamente en la costa del Golfo de México en 1962 (9) (10) y el virus mismo aislado de animales “centinela” y mosquitos en el sur del estado de Veracruz, región de Sontecomapan, un año después (11). La aparición del virus en una latitud tan al norte de su hábitat natural, fue una sorpresa inexplicada, como inexplicables fueron también, mas adelante –década de 1961 a 1969–, un puñado de casos en los que el virus fue identificado inmunológica y/o clínicamente (12). Es muy pertinente subrayar en este punto que la causa principal, mas frecuentemente señalada por la “translocación” del virus en la numerosas publicaciones que siguieron al descubrimiento en México de la enfermedad venezolana, (así como el en el correspondiente seguimiento que se hizo de la aparición de la EEV en Centroamérica) resultaron ser las aves migratorias (12) (13).

Bajo la perspectiva de que durante mas de dos décadas –1950 a 1970– la posible utilización como bioarma del virus EEV conjuntamente con las aves migratorias como agente diseminador, interesó a los militares yanquis, procede también subrayar que una revisión cuidadosa de la literatura sobre el tema, en ese lapso, muestra que mas del 50 % de las publicaciones norteamericanas y/o mexicanas, hacen reconocimiento explícito al apoyo brindado por parte del US Army o Fort Detrick o USAMRIID. Dicho apoyo hizo también posible que por varios años funcionara un “laboratorio de campo” bien equipado, en una sección rentada del viejo Hotel Playa Azul en las márgenes de la Laguna de Catemaco, muy cerca del lugar donde se aisló el virus por vez primera en esa área de la selva tropical húmeda vecina de San Andrés Tuxtla, Ver. (14). La vacunación del personal de campo con la TC-83 en esa época tan temprana, como fue 1963 –ver adelante–, también fue posible gracias a la intervención de las fuentes militares señaladas. 



Hacia noviembre de 1969, cuando el laboratorio de campo ya había sido cerrado y el grupo interinstitucional y binacional de investigación, coordinado por el Dr. William F. Scherer (Prof. Titular y jefe del Depto. de Microbiología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Cornell en N.Y.) y el Dr. Robert W. Dickerman (Prof. Asistente en la misma institución) se desbandó, a la Secretaría de Salud de México llegaron noticias alarmantes desde el sureste del país en el sentido de que casos humanos y de equinos caían enfermos con síntomas sugerentes de encefalitis equina (15). Semanas más adelante se presentó un súbito incremento en el número de casos confirmados de EEV, en humanos y equinos del estado de Chiapas, multiplicándose sin control hasta julio de 1970, cuando veterinarios del Gobierno mexicano fueron enviados a la zona con 25,000 dosis de la vacuna TC-83 proporcionada, casualmente… por Fort Detrick( (16 ).

Al final de una larga pero bien documentada historia que se presenta aquí de manera sintética, puede decirse que “para finales de 1971 todas las entidades federativas de la República Mexicana, excepto tres –Baja California, Tabasco y Distrito Federal– habían sido invadidas por la enfermedad, que al alcanzar el sur de Texas, se detuvo…” y que “entre 1970 y 1976, 24 millones de equinos habían sido vacunados con la TC-83, no impidiéndose ni así, que 49,309 animales murieran”. Al enorme costo económico que esto representó, hubo de sumarse, lamentablemente, el costo social representado por “51,137 personas que enfermaron, con la pérdida consecuente de 93 vidas”… (17). Las estadísticas nacionales de salud no mencionan el número de personas que posteriormente padecieron secuelas neurológicas. Al respecto de este último punto, el de las estadísticas, llama la atención que las fuentes norteamericanas de información sobre esta epizoodemia, minimicen el número de equinos y humanos enfermos y eviten mencionar las defunciones humanas presentadas (7). Es de subrayarse que esta minimización de las 93 defunciones de mexicanos que hacen los EUA en el marco de su posible acto de “bioterrorismo de estado” contra México, contrasta notablemente con el despliegue publicitario por las nueve víctimas de ántrax “post 11-9-01” diseminado por vía postal en su propio territorio (y por ex empleados de la propia fábrica estadounidense de armas biotóxicas) y las 63 víctimas del evento soviético con ántrax en 1979 –Sverdlovsk hoy Yekaterinburgo– que los estadounidenses se han empeñado en demostrar –con gastos elevados– fue una fuga accidental desde una fábrica de armas biotóxicas y no por consumo de carne en mal estado (23), que fue la versión oficial.

La utilización en territorio mexicano de la vacuna militar desarrollada por los EUA para la bioguerra, encontraría cierta oposición explícita en nuestro país, al principio de la campaña contra la enfermedad, debido a sus características de virus vivo. No obstante, dicha oposición fue rápidamente desechada al máximo nivel político del país (18), permitiéndose de esta manera, que el objetivo de los EUA para probar en campo y en gran escala su vacuna TC-83, integrado a su Programa para la Bioguerra ofensiva, fuera cumplido… en el vecino país del sur que somos nosotros (19).

No parece probable esperar que a corto plazo (en el contexto actual de lucha yanqui “contra el terrorismo post Torres Gemelas“), los EUA estén dispuestos a reconocer documentalmente que ellos mismos diseminaron el virus EEV por medio de aves migratorias en la República Mexicana, de la misma manera que, sorprendentemente, han reconocido recientemente –Archivos Nacionales de Seguridad– la autorización del Presidente Eisenhower para que, de ser el caso y en su oportunidad, se utilizaran misiles con armas nucleares sobre territorio mexicano ( La Jornada 20-5-01). No obstante, la información des-encubierta hace pocos años sobre las actividades bioterroristas en contra de Cuba del Dr. William F. Scherer (20 ), ya conocido de nosotros, la publicación reciente en que se profundiza con mas detalle sobre las andanzas del Smithsonian Institution de Washington DC en la multicitada investigación sobre aves migratorias para la bioguerra, bajo contratos de “financiamiento colosal” con el US Army (22) y a lo largo de los años en que se dañó a México con el virus que nos ocupa, contando además con la “intervención” del USPHS y la OPS, todos estos factores hacen que en su conjunto, nuestra hipótesis adquiera un carácter extremadamente plausible.

1.- Tiggert, W.D. and W.G. Downs, Studies on the Virus of Venezuelan Equine Encephalomyelitis in Trinidad,W.I. (1) The 1943-44 Epizootic, Amer. J. Trop. Med. Hyg, 11, 822 (1962)
2.- Benenson, A. S., Control of Communicable Diseases Manual, 16th ed., Amer.Pub.Health Assn., (1995)
3.- Doc. 26, US Army Activity in the US Biological Warfare Programs National Security Archive, vol. III, Biowar
4.- Boffey, P.M., Biological Warfare: is the Smithsonian Really a "Cover" Science, 1163, 791 (1969)
5.- Hughes, S.S., J.L. Hardy and M.M. Milby, William C. Reeves, Arbovirologist and Professor, UC Berkeley School of Public Health, The University History Series http://sunsite.berkeley.edu:2020/dynaweb/teipproj/oh/science
6.- Doc.dated 7/19/71 from Morris Schaeffer, M.D., N.Y. Health Bureau, to Dr. Carlos Campillo Sainz, Secretariat of Health, Historical Archive of the Secretariat of Health -SSA- (México)
7.- Smith, J. F.et al, Viral Encephalitides, in Textbook of Military Medicine: Medical Aspects of Chemical and Biological Warfare, chapter 28, Virtual Naval Hospital (2001) www.vnh.org/MedAspChemBioWar/chapters/chapter_28.htm
8.- Scherer, W.F., Laboratory Safety for Arboviruses and Certain other Viruses of Vertebrates, Amer. J. Trop. Med. Hyg. 29, 1359 (1980)
9.- De Mucha, M.J., Infecciones por Virus Arbor, Gaceta Médica de México, INV-SSA, 93, 415 (1963)
10. Box 65, file 2, Doc. dated 28/8/62 from Dr. Campillo S.C. and Dr. De Mucha J. M. to Dr. Alvarez A. J. Secretary of Health Historical Archive of the Secretary of Health-SSA (México)
11. Scherer, W.F.et al, Venezuelan Equine Encephalitis Virus in México and the use of Hamsters as Sentinels, Science, 145, 274, 1964
12.
Zárate, A.M.L., A.Morilla & D.Batalla, Encefalitis Equina por Arbovirus, ed. Secretariat of Agriculture-INIFAP, 1999 (México)
13. Dickerman, R. W., Birds, p. 281, Proceedings, Symposium on VEE, Panamerican Health Org., pub. 243, Washington, DC (1972)
14. Scherer, W. F.et al, Ecologic Studies of VEE in Southeastern México Amer. J.Trop. Med. Hyg., vol. 20 and 21, sep.-nov-1971 and jan.1972
15. Quan Kiu, D. S., Investigation of an Epizootic of VEE ocurred in Chiapas, México 1970, Thesis, Master in Public Health, School of Public Health, Secretariat of Health-SSA, México, 1971
16. Doc.dated july 24, 1970 from Secretary of Agriculture Juan Gil P.to Dr Salvador Aceves P., Secretary of Health, Hrical.Archive SSA
17. Mercado, S.& D. Batalla, Memoirs of the Creation and Development of the VEE Program in the Secretariat of Agriculture, INIP, 1976 Historical Archive, Secretariat of Health-SSA (México)
18. Doc. 01/432/6 dated 27 july 1971 from Lic. Ignacio Ovalle, Secretary of the President of México (L.Echeverría A.) to Dr. J. Jimenez Cantú Secretary of Health, Historical Archive SSA, (México)
19. Gillette, R., VEE Vaccine: Fortuitous Spin-off from BW Research, Science, 173, 405, 1971
20. Schaap, B., US Biological Warfare: the 1981 Cuban Dengue Epidemic Covert Action Information Bulletin 17, 30, 1982
21. Senate Resolution 21. Hearings Before the Select Committee to Study Governmental Operations with Respect to Intelligence Activities of the US Senate, p. 78, 94 Congress, 1st. session, vol. 1, sept. 16 1975, Wash.DC, 1976
22. MacLeod, R., "Strictly for the Birds": Science, the Military and the Smithsonian's Pacific Ocean Biological Survey Program 1963-1970. J. History of Biology, 34, 315, 2001
23. Guillemin, J., Investigation of a Deadly Outbreak, ed.
U. Calif. press,1999

Agradezco la siempre buena disposición del licenciado Rogelio Vargas del Archivo Histórico de la SSA y el apoyo técnico de la Dra. María Elena Serrano del IPN.





¿ QUIEN CREó AL FRANKENSTEIN DEL BIOTERRORISMO...?



El siglo XX pasará a la historia universal como “El Siglo de la Ciencia y la Tecnología” entre otras características destacadas. Otra podría ser el siglo de la quiebra ética militar. En efecto, nunca antes se había lastimado y matado a tantas mujeres niños y civiles indefensos en la guerra como en el siglo pasado. Tampoco se habían utilizado antes las llamadas “armas sucias” condenadas por todas las normas de la guerra desde Sun Tse hasta von Clausewitz.

La bestia de la guerra en su forma mas destructora ha nacido recién del amasiato entre esa quiebra ética militar y el uso inmoral de la ciencia y tecnología mas avanzada enfocadas al arte de matar personas. Surgieron así las armas químico-bacteriológicas –biotóxicas- en abril de 1915 inventadas por Fritz Haber, eminente químico alemán que, además de fumigar soldados sin explosiones ni fuego, también haría descubrimientos de beneficio social. Optó por lo segundo el comité respectivo al otorgar a Haber el Premio Nobel en 1919; declaró el premiado al recibirlo: “En ninguna guerra futura se podrá prescindir de las armas biotóxicas, son una forma más refinada de matar...”

Al término de la Gran Guerra en Europa (1914-1918) que se pensó acabaría con todas las guerras futuras, el horror de las primeras imágenes y relatos de los soldados sobrevivientes, llevó a las naciones a la firma de la llamada Convención de Ginebra en 1925. Por supuesto, los EUA (y Japón) no firmarían entonces; lo hicieron medio siglo después, reservándose el derecho, como otros países industrialmente mas avanzados, de continuar experimentando, probando y utilizando la armas biotóxicas en defensa propia.

La bestia de la guerra resurgió fortalecida entre 1939 y 1945, cobrándose mas vidas, para acumular en dicho siglo XX, un total de 110 millones de personas muertas en unas 250 guerras (Ruth Leger Sivard, World Military and Social Expenditures 1996). Muchos de los que hoy peinamos canas recordamos con horror los noticiarios de la explosiones nucleares, los campos de exterminio y los Juicios de Nuremberg para los criminales de guerra nazis; son menos los que se enteraron de los Juicios de Khabarovsk en que se sancionaron las atrocidades japonesas en un rincón de Manchuria, particularmente lo sucedido entre 1936 y 1945 en los territorios invadidos por Japón y su sede en Harbin, China...¿Qué fue lo que sucedió ahí por casi diez años? 



La secreta “Unidad 731” comandada por el Gral, y Dr.en Bacteriología, Shiro Ishii, fue por años el centro de experimentos y pruebas para la guerra biotóxica realizados de manera inmisericorde entre civiles chinos y prisioneros de guerra que murieron por cientos de miles sin que el mundo se enterara. Increíblemente, al término de la guerra Ishii escapó a las fuerzas soviéticas liberadoras entregándose a las tropas norteamericanas que le otorgaron la inmunidad necesaria para morir tiempo después en la tranquilidad del hogar... ¿Cómo le hizo? Ha sido un escándalo (Sheldon H. Harris, Factories of Death,2002) enterarse que los hechos fueron encubiertos por décadas a la opinión pública estadounidense y mundial por el Gral. MacArthur y el US Army, que obtuvo, a cambio de otorgar dicha inmunidad, kilos y kilos de información, fotografías, películas, bitácoras, datos de autopsia y resultados de los “experimentos”en humanos que, según los expertos, “valían millones de dólares”. El receptor fue el siniestro Fort Detrick del US Army que dió así principio al “Programa para la Bioguerra” de los EUA que, con la etiqueta de “defensivo”, aún esta vigente.

¿Que armas biotóxicas (es decir microbios productores de enfermedad y los medios para su diseminación) están hoy en los almacenes militares estadounidenses? ¿Cuantas pruebas y experimentos se han hecho y se siguen haciendo? ¿En que lugares? ¿Qué enfermedades producen en humanos y animales? ¿Se cuenta con vacunas para el caso? ¿Y que hay del agroterrorismo? No es esta la ocasión para extendernos, baste decir que han sido países pequeños y tecnológicamente mas débiles, como Cuba, donde los EUA han utilizado armas biotóxicas prohibidas sin prurito moral ninguno. Por años han dañado económicamente a la pequeña nación en su agricultura, en su ganadería y en la salud y vida de sus ciudadanos. Plagas contra los cañaverales, moho azul contra los tabacales, peste porcina africana, dengue tipo 2 y conjuntivitis hemorrágica (también traída de África para el caso) son solo algunos de los nombres del BIOTERRORISMO DE ESTADO empleado contra la isla. Es digno de mención que por la cercanía geográfica de nuestro país con la nación cubana, algunas de esas enfermedades dejaron sentir sus efectos entre nosotros, confundidos con “brotes naturales”...

Tampoco es esta la ocasión para detallar los casos en que se considera México fue victima directa de actos de bioterrorismo de estado por parte de los EUA, como el sabotaje con la plaga del “chamusco del banano” en la región Veracruz-Tabasco en 1936, justo después de que Lázaro Cárdenas nacionalizara las compañías bananeras estadounidenses que operaban en la región. Fue entonces que se desplomó la economía de la región por las pérdidas del “oro verde”, recuperándose hasta 40 años después con el hallazgo del petróleo. No hay tiempo en este acto para detenernos en el caso que se refiere a la sorpresiva aparición en México de un letal virus endémico en Venezuela que diezma poblaciones de equinos, enferma humanos y mata niños y ancianos y que inexplicablemente apareció acá hace 40 años. Este virus, de la Encefalitis Equina Venezolana o EEV, produce una epizootia y una epidemia paralelamente, por lo que siempre ha encabezado la lista de opciones estadounidenses para la bioguerra con Fort Detrick al lado. En el lapso de 1963 a 1976 costó una fortuna detener el avance de la EEV, murieron 50,000 equinos después de vacunar 24 millones de animales. Adicionalmente hubo que lamentar 51,137 personas que enfermaron, de las que murieron 93...¿Cómo se explicó el arribo del virus EEV tan al norte como está México? Se apuntó repetidamente como culpables a las aves migratorias, vectores muy estudiados por el US Army para diseminar microbios y ¡asómbrense Uds.!, la vacuna empleada libremente entonces en México con la complacencia de la altas autoridades mexicanas fue, y es todavía, muy restringida en los EUA (por su carácter experimental y peligroso a base de virus vivo) además de haber sido creada...¡por Fort Detrick para el Programa de Bioguerra estadounidense! La evidencia apunta a que se nos utilizó para un gran experimento de diseminación de la EEV utilizando aves migratorias, para después probar “en el campo” la efectividad de la peligrosa vacuna militar TC-83. 



Siempre dispuestos a aceptar dócilmente nuestro papel como conejillos de indias para la prueba de productos farmacéuticos, vacunas o productos biotecnológicos extranjeros, la posición de nuestro país es hoy (tiempos de bioterrorismo de grupo o estado) altamente vulnerable...No podemos ser optimistas con una Ley de Bioseguridad que, aunque recién salida del horno, está llena de agujeros y al gusto de las transnacionales de productos transgénicos, con un sistema de ciencia y tecnología que se desmorona bajo el gobierno actual y una industria nacional de producción de vacunas cancelada por las autoridades después de un siglo exitoso de erradicar enfermedades, como la viruela, entre los mexicanos. Pasamos así en estos años, de la autosuficiencia a la dependencia del exterior..¡Qué tino político el de nuestras autoridades! Justo cuando las vacunas son algo superestratégico para la sustentabilidad de las naciones, cuando aparecen potencialidades bioterroristas de diferente orden en todo el mundo (por ejemplo con la viruela), en México se dejan de producir..¡a ver quien nos las vende! ¡Que importa que tengamos 65 millones de menores de 35 años de edad sin vacunación antivariolosa!

El contraste con la hermana República de Cuba no podría ser mayor en este aspecto, con su sistema de salud digno de un país avanzado, con una industria biotecnológica y de vacunas de gran aliento y un sistema de estadísticas y monitoreo de brotes infecciosos y epidemias altamente eficiente y su actitud digna y patriótica frente a los embates del imperio, no podemos menos que exclamar... ¡enhorabuena pueblo cubano!

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